jueves, 5 de abril de 2012

Poder de la vara...



Resulta sintomático comprobar cómo está siendo usado, en este principio de siglo, todo el metajuego del superheroísmo y sus derivantes menos gastadas. Y es que, más allá de todo lo que se pueda extraer de su particular iconografía visual y hasta filosófica, los superhombres, sus extrañas motivaciones, sus soledades y desarraigos, tan cercanos a otros géneros como el western, son capaces incluso de teñir de cierta originalidad a productos que, de otra forma, caerían en la inanidad más absoluta. Es el caso de PAPER MAN, una pequeña y curiosa producción independiente (algún día, recuérdenme que busquemos conjuntamente una definición real para esta palabra) donde todo está tan trillado que lo único que podía sacarnos de un bostezo continuo era ver a Ryan Reynolds vestido de estrafalario Superman y teñido de rubio oxigenado... Esto es así, no se asombren; PAPER MAN introduce a un escritorcillo en horas bajas que acepta a regañadientes, por petición expresa de su esposa, instalarse en una cabaña para recuperar la inspiración, aunque lo único que parece surtir dicho efecto es su propia ensoñación, que desde niño le hace entablar largas conversaciones con Paper Man, el único ser que no lo considera un fracasado y le anima a seguir adelante. Con un somero repaso, esta peliculita no pasa de ser un subproducto más que, sin embargo, se aprovecha de contar con actores de la talla de Jeff Daniels o la imparable Emma Stone, amén del mencionado Reynolds; y, sin embargo, una vez abandonado su ligero tono de comedieta para todos los públicos, podría haber sido muchísimo más grande y ambiciosa en sus deliberaciones, que en su tramo final rozan un patetismo amargo y desencantado. No sabremos, por ejemplo, qué habría dado de sí en manos de un Solondz o incluso un Wes Anderson, sólo que se trata de otra magnífica oportunidad desaprovechada por mera incapacidad de maniobra.
Saludos invisibles.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!