viernes, 16 de diciembre de 2011
Poder absoluto
No entiendo por qué SALÓ, O LE 120 GIORNATE DI SODOMA es, a estas alturas, una película tan perseguida, si por mí fuera yo la pondría en los colegios... ¿no les parece? Tomando de la mano esa frase que tanto me gusta y que tantas veces he puesto en este blog, Pasolini entendió perfectamente que el hombre-masa está dormido a perpetuidad, por lo que es incapaz de emitir un juicio crítico hacia lo que le rodea, aunque esto vaya claramente en su contra, por lo que se dejó de palmaditas y cogió el mazo... y golpeó. Además ¿es que no se ve sin problemas? Independientemente del sadismo que impregna cada minuto del film, lo que más me llama la atención es la imperante, casi omnipresente voluntad de poder desplegada por unos personajes deliberadamente arquetípicos, remarcados con rotulador. Lo que aterroriza en SALÓ... no es el acto, es la palabra. La palabra manda, la palabra resquebraja cualquier convención social; la palabra es mucho más poderosa que la tortura o las vejaciones físicas. Y es especialmente significativo el silencio de los esclavos (incluso de los guardias) frente a la verborrea esputada por los cuatro "señores", sólo punteada por los tremendos relatos de las viejas prostitutas. El sometimiento sobreviene a partir del silenciamiento, el resto es la particular exhibición de atrocidades que constituye el mazo de Pasolini golpeando; más o menos vitriólico, enlodado, sardónico o cuantos adjetivos se le quieran poner a un puñado de imágenes que, parézcales mentira o no, son de una belleza estética desarmante. Retrato lucidísimo de los crímenes que el hombre es capaz de inventar hacia sí mismo, SALÓ es una espiral de depravación nihilista que contiene algunos momentos realmente memorables, como la escena de travestismo o las torturas observadas con anteojos a distancia; una distancia obligada, como si Pasolini hubiese accionado un dispositivo artificial sólo para ser observado desde fuera. Y no me parece una cima del malogrado director italiano, le sobra contundencia y le falta mirar de frente al espectador que anhela algún tipo de reflexión final y no un torpe baile entre dos idiotas, pero aun así sigue siendo, casi cuarenta años después de su controvertida realización, uno de esos escasos films con la capacidad de removernos en nuestra acomodada (y nunca bien asumida) posición moral ¿Repugnante? No, amigos; repugnante es EAT, PRAY, LOVE... Yo las ponía en sesión doble en los colegios, a ver qué pasaba.
Saludos dulces y cariñosos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
5 comentarios:
Bah, sexploitation italiano-setentera disfrazada de arte y ensayo.
Esto está al mismo nivel que Holocausto Caníbal.
La película revuelve las tripas en lugar de dejar indiferente, por algo será. Yo si que creo que es una gran película...
Joder, ese sí que es un comentario provocador, Lombreeze. No creo que tengan nada que ver, sinceramente; la prueba es que Pasolini fue perseguido por sus ideas hasta que se lo cargaron, mientras que a Deodato lo más que le dieron es una colleja desde "SAVE THE TURTLES"... Un saludo a los dos...
Deodato fue arrestado y acusado de homicidio. Tuvo que demostrar que las imágenes de la peli no eran asesinatos reales y los actores principales tuvieron que declarar ante un tribunal y etc, etc que todos sabemos. Pero bueno, es verdad que tampoco fue para tanto.
A Pasolini no lo mataron por realizar Saló, lo mataron por comunista y homosexual (motivo por el que fue expulsado del partirdo comunista italiano), lo mismo que a Lorca.
Dante Ferretti y Ennio Morricone no tuvieron ningún problema por participar en Saló.
El exploitaton setentero se escudaba en la denuncia conceptualista para dignificar la chabacanería. Si cuelas Saló en un ciclo dedicado a este cien, pasará inadvertida junto al resto de sus compañeras para una audiencia virgen que no sepa quién fue Pasolini.
Por cierto, los poemas que he leído suyos me gustan mucho. El cine setentero de Pasolini no me gusta. Su anterior etapa neorrealista un poco más.
Las metáforas de este tipo de cine no van conmigo, prefiero la provocación pura de Luis Buñuel o la exhibición descarnada y directa de Gaspar Noé.
Hay una frase en la película que resume perfectamente lo que yo quería explicar. Dice: "Qué iluso ¿Creías que íbamos a matarte cuando podemos matarte cien veces?"... Pues eso...
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