miércoles, 20 de julio de 2011

Qué, cómo y cuándo



Algo no podemos negar: INSIDIOUS es una de las películas de las que más se ha hablado en este último año. Esto es, finalmente, lo que me ha impulsado a ver un film que no me atraía mucho en un principio; además de una breve crítica en Cahiers que no la destrozaba, ni mucho menos. Da la casualidad de que hemos coincidido el amigo Cinemagníficus y un servidor a la hora de comentar esta película (de allí vengo, y he extraído ideas muy interesantes), y han sido no pocos los blogs que se han asomado, con diversa fortuna, al último trabajo de James Wan, que dio la campanada hace algunos años con aquello que se llamó SAW.
Pero vayamos al asunto, porque hay qué comentar. Qué, cómo y cuándo; me parecen tres palabras fundamentales para entender el porqué de volver una vez más sobre pasos tan hollados anteriormente. Como he leído en otros sitios, INSIDIOUS mantiene puntos de contacto, que llegan incluso a mosquear, con aquella POLTERGEIST con la que Tobe Hooper aterrorizó a toda una generación. El "qué" es aquí lo que menos importa; me da igual que se parezca a POLTERGEIST o a cualquier otra película sobre casas encantadas; es el pretexto, el hilo conductor para que el espectador medio no se pierda en mitad de tanta oscuridad. Tenemos el "cómo", qué tiene que ofrecernos un film de 2010 a una vaivenesca marea de espectadores que fluctúa, en el mejor de los casos, a lo largo de tres generaciones y que lo han visto casi todo en materia de efectos especiales; tampoco es esto especialmente relevante, aunque cumple su función, y se agradece una enormidad, cierto gusto por lo analógico; algo que se echa tanto de menos en el cine fantástico actual. El quid de la cuestión, después de pensarlo una o dos veces, es el "cuándo"; o llámenlo si quieren el tiempo, o el manejo de la atmósfera jugando con caprichos temporales. INSIDIOUS es una película de fantasmas con toda la trampa y todo el cartón del mundo, y eso juega a su favor; no recuerdo ninguna película que empiece mostrando sus cartas de una forma tan descarada, y supongo que la intuición de Wan le advirtió de que a estas alturas cualquier niño sabe ya que los bebés no vienen de París, que lo importante es crear la realidad alternativa (el cine, en este caso) para que lo creamos durante hora y media. Así, los fantasmas, los monstruos, están deseosos de mostrarse, de aterrorizarnos; Wan no quiere dejarnos como idiotas, porque sabe que ello iría en su contra, así que lo va mostrando todo, solo que los espectadores directos (los actores/los padres) no pueden saltar a esa realidad terrorífica, porque la suya, su hijo en coma, ya les ha destrozado la vida. El final así lo corrobora, necesita de la credulidad de los padres y, en menor medida, de los espectadores, que pueden disfrutar de un carrusel de monstruosidades a la altura de lo que el producto oferta desde un principio. Un final controvertido para una película que seguramente no estaba ideada para levantar revuelo alguno ¿Será verdad que el conformismo nos ha corroído hasta las entrañas? En cualquier caso, INSIDIOUS no les dejará indiferentes.
Saludos encantados.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!