jueves, 14 de julio de 2011

Los majaras (y 2)



Sí, ya sé que todo esto podía ir perfectamente un domingo de estos, pero como tengo overbooking de lo mismo (sí, así es), no sólo me permito un comentario sosegado y acorde con estas calores de ahora, sino que encima hago una especie de miniserial que yo creo que nadie habrá hecho en ningún blog, más que nada porque sería mucho suponer, claro. El caso es que hace la friolera de treintayocho años George A. Romero rodaba su tercera película, demostrando, primordialmente, tres cosas: que siempre ha sido un mediocre director de actores; que era capaz de superar el amateurismo de aquella inmortal noche de muertos campantes y, sobre todo, que es un tipo al que las ideas le bullían a una velocidad tremebunda, y que mejor encauzadas podían haber supuesto una filmografía impresionante. Mucho suponer, sobre todo después de visionar CODE NAME: TRIXIE, que también se tradujo con el infumable título de LOS CRAZIES (sí, como suena), y que poco o nada tenía que aportar a su aburridísimo remake, del que dimos buena cuenta anteayer. Aquí, Romero lo intenta por el lado psicológico en vez de sus impactos visuales, lo que consigue por un lado que nos preguntemos dónde coño están los monstruos y por otro que estemos hora y media pendientes de un montón de gente corriendo en mono blanco y mascarilla de gas... En fin, que a Romero hay que apuntarle el tanto de que haga de la cutrez no sólo bandera, sino incluso estandarte; que los (no) actores merecen cada muerte que les ocurre en el film y que esta barrabasada setentera ha envejecido como el culo... Y aun así, con todo, sigue estando por encima de su aseadito remake ¿por qué? Pues porque a Romero se le ocurrió antes, así de simple...
Saludos cifrados.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!