miércoles, 6 de julio de 2011

Nadie te quiere ya



Lukas Moodysson es uno de esos directores de cine que difícilmente logrará traspasar nunca cierta barrera invisible de prejuicios y etiquetas más allá del circuito de festivales a los que presenta sus obras; en su mayoría, retratos intimistas que anhelan cierta apertura al mundo, dando por hecho (y esto no suele jugar en favor del interpelado) que las conexiones mundiales según las que todos somos iguales son más evidentes de lo que creemos. Lo pudimos ver en la fallida MAMUT, donde todo aparece del mismo modo en cualquier sitio, por remoto que sea; y, aunque mucho más comedido y consciente de sus limitaciones que, por ejemplo, Iñárritu, el director sueco parece no cejar en dicho empeño y hacer de esta caída libre precisamente su asidero más notorio.
Respecto a todo esto, Moodysson rodó allá por 2002 la que sigue siendo su obra más redonda y comprensible. LILJA 4-EVER tiene, entre otras muchas virtudes, la de lograr que nos creamos a pies juntillas todo lo que le pasa a una adolescente rusa cualquiera, sin caer en efectismos, sensiblerías ni denuncias de ONG. Ya desde el brutal arranque nos ponemos en situación: Lilya vive en un barrio deprimido donde la delincuencia y las drogas son habituales, su casa es un cuchitril que se cae a pedazos y su único amigo, por llamarlo de alguna forma, es un niño que merodea por allí. Un día su madre se va, así, tal cual; se marcha con un hombre, le da igual lo que le pase a su hija, la abandona a su suerte. A partir de ahí, Lilya chocará de frente con la realidad. No puede hacer frente, como es lógico, al pago del alquiler, y apenas subsiste comiendo en casas de vecinos y familiares. Tiene otro acierto Moodysson en no dejar cabos sueltos y mostrar las pésimas condiciones de vida a las que se ve abocada la joven, que no tarda en tantear los bajos fondos de la prostitución incitada por una amiga, aunque sin llegar a hacer nada. En estas, una noche conoce a un chico joven , apuesto, con un buen coche y un buen trabajo en Suecia; se enamora, es el hombre de su vida; le propone irse con él a vivir a Suecia, una vida nueva, un mundo nuevo. Supongo que el resto se lo imaginan, y compone un final trágico y cruel, un poco en la línea que recientemente propusieron los hermanos Dardenne en EL SILENCIO DE LORNA. Sí, estamos ante una película que denuncia, que muestra las cloacas de la Europa civilizada, sus mártires, sus esclavos, sus nuevos parias; desprende un fétido olor que lo impregna todo, tan nauseabundo como necesario. Y, efectivamente, LILJA 4-EVER es una película terriblemente necesaria, así que búsquenla.
Saludos para siempre.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!