martes, 12 de julio de 2011
Los majaras
En el cine de género no queda nada por contar; todo está hecho desde hace tiempo, y a menos que se empiecen a aceptar como válidos algunos experimentos de corte deconstructivos, estamos abocados a una larga época de títulos miserables, copias infectas que aprovechan, cómo no, la escasísima cultura cinéfila del ciudadano medio de hoy día. A mí me da igual, aún me queda mucho buen cine por ver y sigo confiando plenamente en el sello de autor; es en los saltos al vacío, a menudo, en ese cine de centro comercial, donde es más complicado encontrar nuevos alicientes... No se alarmen, THE CRAZIES (versión 2010) tampoco es una excepción. Sí, un remake de aquella película tan maja y tan evocadora que era THE CRAZIES (que ya ni para cambiar un nombre hay ganas), de George A. Romero, donde, de una manera más o menos disimulada, también se abundaba en el sempiterno mito zombi. Aquí, el detonador de la catástrofe es una especie de toxina liberada, no se sabe muy bien cómo, que convierte a cualquier peatón en un peligroso asesino demente. En esta versión, el comienzo, planteado como un largo plano-secuencia, hace albergar alguna esperanza; las interpretaciones no están mal, no se abusa de los efectos digitales... No, no; lo que falla aquí, y convierte a THE CRAZIES en un título perfectamente olvidable, es sencillamente que no aporta absolutamente nada, ni al espectador palomitero ni al cinéfilo con ganas de un poco de diversión: Efectivamente, la película ni es divertida (ZOMBIELAND es infinitamente mejor), ni es acojonante, ni impactante, ni contiene "cierta misteriosa poética", ni nada; no es más que un producto preconcebido y ultracongelado con los dos o tres sustitos de siempre y los mismos lugares comunes de siempre: conspiración a tutiplein, tíos cachas vs. tías buenas, gente yendo a donde nadie en su sano juicio iría nunca y, por supuesto, la estrella de la función: ¡Accidentes de coche!... A mí estos mimbres me dicen poco a estas alturas; se olvida tan fácilmente como se termina de ver, así que allá ustedes...
Saludos locuelos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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