viernes, 15 de julio de 2011
El hombre más fuerte del mundo
Una de las últimas grandes sorpresas que he tenido el gusto de llevarme, casi sin buscarlo, ha sido con la película uruguaya MAL DÍA PARA PESCAR, basada en un cuento del genial Juan Carlos Onetti y seleccionada el año pasado para el oscar a la película de habla no inglesa. Y no lo esperaba por los malditos prejuicios, porque uno ya va hartito de poesía en las piedras y gente a la que no le pasa nada. Y al contrario, el film del debutante Álvaro Brechner está preñadísimo de cine del de antes, con personajes bien dibujados y mejor interpretados (Gary Piquer está realmente soberbio); con una trama valiente, que nunca le pierde la cara al espectador; y con un ramillete de situaciones que no por suicidas e inverosímiles dejan de rezumar un encanto que recuerda mucho al espíritu menos ñoño del realismo mágico. Envueltos en su circunstancia cuasi-felliniana, el forzudo Jacob Van Oppen, apodado "el hombre más fuerte del mundo", y su excéntrico manager, Orsini, van de pueblo en pueblo mostrando las habilidades de dicha maravilla de la naturaleza. Van Oppen levanta ruedas de tractor y se reta con cualquiera que desee probar su extraordinaria fuerza. Una vez terminada la función, la trastienda de esta historia se revela con toda su crudeza; Van Oppen es un alcohólico gravemente enfermo y Orsini es un típico pícaro español fracasado, que va inventando glorias del otro lado del charco mientras mantiene a duras penas un precario aura de solemnidad aristocrática. Un último combate, contra un gigante local, desatará, en un último y emocionante tramo que deviene western y tragedia, una especie de tormenta mística, en la que confluyen el orgullo de Orsini, que se ve engañado por una joven que resulta ser la esposa del gigante, y el incontenible deseo de Van Oppen por estallar de una vez, incapaz de soportar los dolores que le martirizan. MAL DÍA PARA PESCAR es, ya digo, cine de altura, indómito, una extraña joya que sale de ninguna parte (bueno, en realidad salió de Onetti) y se ofrece, como esa improbable y estrafalaria pareja llena de ternura, a casi cualquier tipo de público, algo extraño y agradecible en estos tiempos tan poco amables con el espectador.
Buen día para saludar.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
3 comentarios:
Pero esta es la grandeza de ir al cine! Tú vas a ver una peli anónima, desconocida, en esos hiatos de los grandes directores, y de repente ahí está. Es difícil librarse de prejuicios y espectativas, es cierto, por eso ese punto se lo apuntamos al que los fulmina. A mí me gustó mucho también. Iambo, iambo, iambo, iambo, ia!
Mi cuñado fue ayer a pescar al pantano de Zufre y cuando llegó a Alájar el salmonete parecía él... "Mal día para pescar", le dije al verlo...
Oyes pues pinta bien, habrá que buscarla o algo
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