jueves, 19 de mayo de 2011

Cuando la magia es cine



El otro día me dispuse, no sin algo de nerviosismo y curiosidad, a rescatar THE DARK CRYSTAL, aquella fábula hecha de marionetas que el maestro Jim Henson ideó allá por 1982 para deleite y disfrute de nuestros inocentes e infantiles ojos. Han pasado casi 30 años y el milagro del cine, del buen cine, vuelve a producirse una vez más y en plena era del "proto-audiovisual digital". THE DARK CRYSTAL es imaginación pura, un cuento enclavado en una tierra imaginaria donde un gran suceso está a punto de suceder tras mil años de oscuridad. "El Cristal Oscuro" es una fuente de poder que posee la cualidad de mantener el siempre difícil equilibrio de un mundo sumido en la oscuridad tras ser dañado dicho cristal, que es custodiado por los siniestros Skekses en su inexpugnable fortaleza. Los Místicos, que son los seres luminosos y que anhelan la vuelta de la luz al mundo, ponen en manos de un Gelfing, el último de su especie, la difícil tarea de encontrar el fragmento escindido de cristal y reponerlo antes de que los Skekses se hagan con el control total de la fuente de poder. Los más avispados no habrán tenido que estrujarse mucho la sesera para encontrar similitudes más que evidentes con la obra más famosa de J.R.R. Tolkien, algo que pasa más a menudo de lo que creemos; sin embargo, Henson prescinde, como a lo largo de toda su propia obra, de cualquier aire de grandeza, y THE DARK CRYSTAL transita por lo que busca sin embozo, que es entretener al público más joven dándole una preciosa lección de tolerancia y respeto por los demás. El trabajo técnico es asombroso, mucho más realista y creíble que algunos bodrios digitales de ahora; destacando la dualidad entre los Skekses, una repulsiva mezcla de buitres e insectos, y los Místicos, cuyas formas suaves y apacibles nos remiten directamente a aquellos entrañables e inmortales Teleñecos, aquel otro gran legado que este maestro de las marionetas nos dejó antes de su prematuro fallecimiento hace algunos años. Estoy seguro de que a los chavales de hoy les puede sorprender algo tan decididamente orgánico, mientras que los que crecimos a la sombra de esta maravilla no podemos sino esbozar una sonrisilla cómplice mientras murmuramos... "Qué tiempos..."
Saludos oscurecidos.

1 comentario:

Pierrot dijo...

Es que hay un abismo entre hacer soñar y excitar, lo cual no es muy loable, ya que arrastra unos fines capitalistas amorales bastante sucios, como todo lo que rodea al mercado juvenil. Yo soy fan de Jim Henson, de hecho tengo una entrada de esta peli de hace unos meses en mi blog, no sé si la viste.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!