martes, 24 de mayo de 2011

Ensayo sobre el merecimiento



No sé si hemos sido muchos o en realidad soy el único que demandaba una puesta al día de la tremebunda novela de Henry James que William Wyler adaptó en 1949 con el nombre de THE HEIRESS; no por ser ésta fallida, antes al contrario, pues se trata de una obra maestra, sino por el carácter adelantado a su tiempo de la obra literaria, que permitía un paso adelante en busca de su propia circunstancia inconformista y hasta revolucionaria, mirando siempre en esa dirección que James manejó magistralmente y que consiste en reventar los valores del sistema desde dentro. Así, la directora polaca Agnieszka Holland, habitual ayudante de Krzysztof Kieslowski, aceptó el reto de trasladarse a Norteamérica para acometer dicha adaptación, con la condición de trabajar con su propio equipo de profesionales. El resultado es tibio, retraído, con momentos sumamente brillantes, fundamentalmente en lo que se refiere a la exquisita y muy cuidada ambientación y, sobre todo, el trabajo de los actores, con una Jennifer Jason Leigh que redobla el grado de (per)turbación de Catherine Sloper, esa desdichada y poco agraciada solterona, sobreprotegida por su adinerado y estricto padre, un impresionante, como casi siempre, Albert Finney, que cae rendida ante los muchos encantos del joven y astuto Morris Towsend, que busca asimismo su ascensión social. Servido el conflicto de intereses, el padre le hará la vida imposible a su hija mientras ésta se enclaustra literalmente ante la imposibilidad de materializar su desmedido amor, mientras que el escaldado Towsend, aquel prometedor actor que fue Ben Chaplin, ha de aceptar su fracaso, no sin antes sincerarse tanto con el padre como con la hija, haciéndoles ver que en modo alguno son más virtuosos que él, sino que simplemente poseen una fortuna. WASHINGTON SQUARE habla de muchas cosas, del materialismo, de los deseos reprimidos, de rebeldía ante una sociedad asquerosamente puritana, de equívocos sentimentales... Puro Henry James, sin duda; y como apuntaba al principio de la reseña, el film de Holland intenta dar ese paso adelante, pero, una vez más, les remito a la obra maestra de Wyler, superior en la mayoría de aspectos.
Saludos en soltería.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!