jueves, 19 de febrero de 2009

Que el humo no ciegue tus ojos

Es Wayne Wang un director con una carrera ciertamente curiosa, llena de altibajos, con aciertos más que notables y sonrojantes ventas de alma al mainstream más desgraciado y risible. Wang ha rodado cerca de una veintena de películas y la mayoría han sido en Estados Unidos; podría decirse que ha encajado perfectamente en un sistema de artesanía cinematográfica consagrada a la facturación de "productos", en la más amplia acepción del término. Si nos fijamos bien, la historia del cine, de hecho la mejor historia del cine, está plagada de este tipo de directores, tan alejados del "autor" pensante que asume la absoluta responsabilidad de la obra.
Pero Wang tuvo un breve momento de suerte cuando Paul Auster se cruzó en su camino; y sé que hay gente que me tacha de frívolo y sabelotodo por esto, pero hay un abismo insalvable entre dirigir las paupérrimas SLAM DANCE o EAT A BOWL OF TEA y facturar en apenas dos años dos de las cintas más importantes de la década de los noventa: SMOKE y BLUE IN THE FACE.
El detonante y factor decisivo: la perfecta conjunción entre el costumbrismo despojado de innecesarios galimatías narrativos de Wang y esa música del azar que tan bien viene dominando Auster desde hace ya un par de décadas. En realidad la historia es lo de menos cuando nos vemos envueltos en un incesante trasiego de personajes, todos con una historia que contar, con esa tridimensionalidad que tanto falta en el cine americano. Y Harvey Keitel como paciente confesor, acodado en el mostrador de ese estanco (estancia), con la mística del tabaco y del humo danzando sobre ese mar de impresiones que nos revela que todo el mundo tiene algo que contar y nadie que le escuche.
Saludos humeantes.

5 comentarios:

Freeze It dijo...

Esta vex sí, suscribo

Eduardo dijo...

O sea, yo

Eduardo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gloria dijo...

A mí me gustaron bastante... Y eso que no fumo, je.

Vivimos en un mundo injusto que nmina a los Oscar a Brad Pitt y no a Harvey Keitel.

Capri c'est fini dijo...

Cuando se produce una conjunción tan maravillosa como las letras de Auster bajo la mirada de Wang queda para toda la Historia. Qué pena que ese matrimonio no fuese más largo en el tiempo...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!