viernes, 20 de febrero de 2009

¡Instante! ¡instante!

De una cosa estamos seguros respecto a BARRY LYNDON: si a Kubrick le hubiesen dejado habría durado seis o siete horas más.
De poca cosa más se puede estar seguro cuando nos referimos a una película que no lo es; o que quizás sea la única película que realmente lo sea; o... sí, arte, o un cuadro en movimiento. La locura de llevar a cabo un texto de Thackeray que no se puede adaptar, sino que Kubrick atomiza hasta apoderarse de su camino y consecuencia; que usa como vehículo para mostrarse él mismo como artista. Artista incomprendido, pero también admirado, poco juicioso y envidiado por la oficialidad hollywoodense, la misma que lo obligó al dulce destierro británico. Y es que sus mejores títulos (los de la Gran Bretaña) han sido firmados precisamente por norteamericanos sin ganas de pasar por el aro continuamente.
Explicar BARRY LYNDON es un ejercicio tan pretencioso como vano. Mucho más pretencioso y mucho más vano que el imposible intento de Kubrick por capturar un instante que no existe desde hace más de doscientos años. No, por tanto, atender a las necesidades fatuas de la narración, sino ofrecer al epectador la oportunidad única de abandonar durante tres horas su propio tiempo y época y dotar de sentido, de paso, todo lo que le quedó por explicar en 2001, que no fue poco.
Sólo la escena inicial, interminable, contenida al mismo tiempo que poseedora de una extraña exhuberancia agreste, es tan perfecta en sí, tan única en su especie, que sabemos que no hemos visto nada igual y que tampoco lo veremos jamás ¿Y cómo puede rodarse de una forma tan precisa y también libre, desprejuiciada, con algo que no sea la luz natural? La única luz que Kubrick usó para iluminar ese instante perdido en la memoria sobre un libertino y su fugacidad, que es la nuestra. Quizás por eso a Kubrick no le hubiese importado que BARRY LYNDON no hubiese terminado nunca. Es posible.
Saludos instantáneos.

7 comentarios:

Kinezoe dijo...

A Kubrick se le acusó en más de una ocasión de ser extremadamente lento en rodar, él mismo lo reconocía y se lamentaba por ello. Pero la perfección requiere su tiempo. Pocos directores cuidan el detalle hasta el punto en que lo hacía el neoyorquino. Creo recordar que en Barry Lyndon, para filmar las escenas iluminadas con velas, encargó modificar una lente especial construida por la prestigiosa Carl Zeiss para la NASA, ahí es nada...

Absolutamente recomendable esta película. Tres horas absorbentes donde Kubrick se dejó un trozo de vida para amenizarnos la nuestra.

Por cierto, Kubrick también te admiraría a ti por la celeridad con que vas publicando nuevas e interesantísimas entradas. Mis felicitaciones. ;-)

Un saludo, dvd!

dvd dijo...

... lo que hace el aburrimiento, amigo...

atikus dijo...

Bueno, la tengo que ver ya, que me van a empalar si no!!. en cuanto a Kubrick, personalmente me parece un tipo muy razonable y bueno haciendo pelis, no sé que ,manía tiene la gentede encasillarlo como excéntrico.
Por cierto esta noche ponen Espartaco una peli de lo mas clásica y normalita.

Saludos.

David Cotos dijo...

me llama la atenciòn este film, quisiera verlo aùn sabiendo que ya he visto como 4 films de un incomprendido Kubrick.

Vivian dijo...

"Quizás por eso a Kubrick no le hubiese importado que Barry Lyndon no hubiese terminado nunca." A mí tampoco me hubiera importado.
No sé si esta entrada será fruto de tu aburrimiento, pero si es así, bendito aburrimiento…

Un saludo

ethan dijo...

Excelente texto para una enorme película, en todos los sentidos.
Saludos!

Capri c'est fini dijo...

Es mi película favorita de Kubrick y eso es mucho decir porque me gustan todas ellas muchísimo. Esos pequeños detalles que sólo se le pueden ocurrir a un neurótico obsesivo, como lo de dirigir con luz natural o de velas, es lo que verdaderamente hace grande a este genio. Me sumo a los elogios por este post... a veces el aburrimiento produce estupendas creaciones. Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!