viernes, 30 de julio de 2021

Películas para desengancharse #93


 

Ha corrido com la pólvora, que hubo una película que era el desquicie, lo intolerable, lo que hoy día nadie se atrevería a rodar. No porque sea muy arriesgada, ni muy inteligente, sino más bien lo contrario. Machista, deslenguada, absurda, entregada a un actor que nunca ha sido actor, y con un encadenado de frases que no tienen ningún sentido, pero que te ves días y días repitiendo, sin saber por qué. Todo eso es THE ADVENTURES OF FORD FAIRLANE, o cómo cepillarse la típica historia de detectives a base de un montón de sketches a cual más burro, haciendo del sinsentido su bandera. Andrew Dice Clay daba vida a un detective macarra, mujeriego y extrañamente flemático, que sólo tenía un amor en su vida: una Fender Stratocaster del 62 hecha para cierto guitarrista zurdo. Su especialidad, resolverle problemas a las estrellas del rock, obteniendo los más disparatados obsequios en pago (los Inxs le regalan un koala...), y batiéndose el cobre con productores sin escrúpulos, mientras fuma sin parar y pellizca un montón de culos. Desayunando un mastodóntico cóctel flamígero, tras despertarse, junto a dos gemelas, al ritmo del "purple haze". Esta sí, ésta ostenta sin empacho esa etiqueta tan manida de "es tan mala que es buena", y treinta años después no pasaría un corte mínimo de moralidad, si es que podemos definir esa palabra ahora mismo. Pero al menos no se tomaba en serio a sí misma, y tan poco se la tomaron en serio fuera de un Hollywood que la coronó directamente a los razzies, que aquí todavía es objeto de culto ese marciano doblaje a cargo del único actor que podría haber protagonizado la versión española: Pablo Carbonell. Ustedes saben de qué hablo, y si no me creen, o no la han visto todavía, están tardando en descubrir este monumento al dadaísmo machirulesco, que si no existía existe a partir de hoy...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!