lunes, 26 de julio de 2021

Películas para desengancharse #91


 

A punto de cumplir nada menos que sesenta años, LA JETÉE sigue suponiendo uno de los más incontestables puntos de inflexión en la historia del cine, entendido éste como vehículo de contemporaneidad a la hora de la transmisión de ideas e historias. Con las grandes productoras rompiéndose la cabeza para poner en imágenes unas superproducciones, cada vez con un sentido más discutible, Chris Marker redefinía, casi sin presupuesto, todo el cine anterior a 1962, y ponía en cuestión la deriva de lo que habría de venir después. Formada por fotos fijas (la mayoría pertenecientes al París destruido por la guerra), y con una narración en off que ofrece la información justa, nos situamos en un futuro indeterminado, con la humanidad al borde de la extinción y reducida a pequeños grupos que se guarecen en oscuros túneles subterráneos. En un intento desesperado de supervivencia, envían a un hombre al pasado, con la esperanza de que transmita un mensaje de advertencia. Con una poética pocas veces vista en un film, esta breve obra maestra (apenas media hora) nos reconcilia con nosotros mismos, en un acto de humanismo tan terrible como finalmente hermoso. Este viajero del tiempo, en realidad un prisionero usado como cobaya humana, es enviado después al futuro, donde se da cuenta de que la humanidad de ese tiempo, totalmente en paz, aborrece de su propio pasado, y le ofrece quedarse junto a ellos y ser libre. Un ser que sólo sea práctico aceptaría sin pestañear, pero, humano demasiado humano, prefiere instalarse en la única patria que nos pertenece por derecho propio: la infancia. La explicación es sencilla, y tiene que ver con un rostro de mujer...
Efectivamente, no encontrarán aquí monstruos derribando edificios, superhéroes volando o robots indestructibles. En cambio, serán testigos de cuál es el germen de la ciencia ficción, entendida como un maravilloso acto de imaginación imperecedera.
Obra maestra absoluta.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!