jueves, 4 de febrero de 2021

Z-men


 

Hay que tener una seguridad pasmosa en uno mismo para abrir una película reventándole la cabeza a un personaje; y no es una metáfora, porque así empieza SCANNERS, con una cabeza literalmente saltando por los aires. 40 años han pasado, y he de decir que no todo es loa y alabanza en la revisión de este film de culto, con su etiqueta bien ganada, sí, pero con también con algunas obsolescencias que difícilmente son traducibles en recientes visionados. Vista ahora, parece una especie de gamberrada o venganza contra los comics de mutantes (los X-men, por supuesto), que por entonces estaban cobrando gran auge, y que solían tener como personajes centrales a siniestros dominadores mentales, unos seres capaces de manipular la psique ajena a voluntad. Lo que hace Cronenberg es más o menos esto, pero con sus habituales sacadas de chorra en lo visual, y con un argumento que en esencia no llega a diferir de sus obsesiones habituales (la anomalía científica, el sometimiento extrasensorial, el terror ante lo que se desconoce). Así, SCANNERS es como una larga película de espías, en la que las armas más mortíferas son invisibles; y en esa larga travesía argumental el film pierde, con un afán explicativo que ralentiza lo que de verdad importa. Lo que de verdad importa, porque es lo único que se ha mantenido fresco durante 40 años, es el arranque y el cierre, y no hay palabras ahí, tan sólo gente convulsionando mientras las cosas estallan...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!