miércoles, 24 de junio de 2020

Galarda



Se acaba Chabrol, se va acabando; aún queda algo, poco, pero aún queda. Algo así parece querer decir LA FILLE COUPÉE EN DEUX, penúltimo film del director, que aún preservaba gran parte del aroma genuino de su cine, pero no lo era, sino que más bien venía a ser la evocación de una sombra que ya costaba divisar tras unos cortinajes ciertamente antiguos. Chabrol quiere darle aquí a todos, a jóvenes y viejos, pobres y ricos, mujeres y hombres, protagonistas y secundarios, tontos e inteligentes, pero su gancho de derecha, tan eficaz otras veces, apenas da para rubias y morenas, o calvos y greñudos. Fachada, y pequeña, para inventar la improbable tribulación de una muchacha que juega a no mancharse mientras se revuelca en el barro. Por no quedar ordinaria, en lugar de un affaire con un hombre casado, lo aliña y redondea añadiéndole un nini forrado. El primero es de edad y talentoso, un escritor; el otro joven y dado a derrapar descapotables. Ella presenta el tiempo, pero no la llaméis trepa, se os echarán encima, o bien los progres trasnochados (aquí hay muchos, incluso swingers) o los tronistas de famélico ambigú. Con unos churros se ve mejor, parece película de noche, con cóctel ocarino, pero es de periódico con cerco de café. Una pena, aunque qué quieren que les diga, a mí no me empaña nada, si acaso me tuerce una miaja el gesto, y nada más...
Y hay un tiro, uno solo.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!