jueves, 19 de octubre de 2017

Los meandros de la verdad



BACALAUREAT es otro de los acontecimientos que nos dejó el cine rumano el pasado curso, una película áspera, seca, casi desagradecida, pero que tiene el gran don de no permitirse juzgar a sus personajes en ningún momento, otorgándoles su justo grado de humanidad y extrayendo, precisamente de esa condición, su gran relato, porque este es un gran relato. Su falso protagonista (es protagonista porque la cámara le sigue a todas partes, pero es falso porque casi nada de lo que ocurre le atañe a él directamente, si acaso a sus decisiones), Romeo, es un médico de mediana edad, cuya obsesión es el éxito académico de su hija, que se enfrenta a los temidos exámenes de acceso a la universidad. Su vida entera es un fracaso vacío de contenido y se basa en una burda añoranza de la Rumanía a la que él volvió para cambiarla y donde se ha quedado atrapado. Su mujer, con graves trastornos nerviosos, sólo espera a la graduación para echarle definitivamente de casa, y su amante parece no esperar de él nada más que la fría crematística. Mientras tanto, su hija es atacada por un violador, lo que la deja incapacitada emocionalmente para afrontar los difíciles exámenes. Sin tiempo para mostrar afecto o rasgarse las vestiduras, Romeo comienza a mover hilos para que su hija apruebe los exámenes a toda costa, pero en una sociedad que ha aceptado la corrupción incluso como modo de vida lo realmente complicado es, para alguien con cierta reputación, salir sin una sola mancha, o sin pagar las consecuencias.
No hay que esperar de Mungiu, autor riguroso y milimétrico, un melodrama sentimental o arrobado, antes al contrario, lo que ofrece BACALAUREAT es una sutilísima autocrítica a nivel nacional, nunca señalando a otros, sino repartiendo las culpas entre los culpables y advirtiendo de que la roña de la corrupción se extiende sin querer incluso en los ámbitos más insospechados.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!