lunes, 9 de enero de 2017

Los agujeros por los que dios nos mira



De vez en cuando surgen películas capaces de insuflar un agradable y esperanzador ánimo al espectador cansado de la papilla audiovisual. Películas pequeñas, hechas con honestidad y en las que se agradece, entre otras cosas que ahora pasaremos a relatar, la implicación de esas grandes estrellas, que parecen estar en otra dimensión, pero que no dejan de ser actores y actrices con ganas de seguir transmitiendo emociones. Las "Macadam stories" son un grupo de novelas escritas por Samuel Benchetrit que contaban la vida de un muchacho en un suburbio de los años 80; él, su vida, su visión del mundo entonces. Esos escritos han cuajado en un film veladamente episódico y titulado ASPHALTE. Alrededor de un desvencijado bloque de viviendas, Benchetrit intenta el complejo arte de conjugar lo extraordinario y lo cotidiano en tres historias que suceden al unísono sin que lleguen a mezclarse. Todo comienza con una reunión vecinal en la que se va a aprobar la instalación de un nuevo ascensor, con la única oposición de un vecino, solitario y gris (literalmente), que vive en el primero y no cree que vaya a usarlo. Un poco más arriba, un adolescente pasa los días solo en el apartamento que comparte con su madre, a la que no vemos jamás. Mientras tanto, un astronauta realiza un aterrizaje de emergencia en el tejado del edificio, ante la mirada atónita de dos tipos muy fumados... Aparentemente, podríamos pensar que estamos ante el enésimo proyecto de comedia "moderna" por episodios, que aquí tiene a Juan Cavestany como gran y reciente ejemplo, pero el guion va más allá, saca del encasillamiento a sus personajes y nos regala algunos momentos impagables, y lo que es mejor, que funcionan por autonomía de recursos. El primer vecino sufre un ataque y vuelve a su casa en silla de ruedas, por lo que, avergonzado, sólo sale de madrugada para alimentarse de las patatas fritas de un hospital, donde conoce a una enfermera de guardia cuando sale a fumar, y, emulando al Eastwood de LOS PUENTES DE MADISON, la convence de que es un fotógrafo del "International Geographic". Frente al piso del adolescente se muda una señora de mediana edad, intuimos que es una actriz que conoció mejores glorias trabajando con autores de alta intelectualidad, pero que ha cambiado su residencia por motivos económicos que jamás admitirá, aunque el chaval termine por cambiar su perspectiva vital. Por último, el astronauta, desorientado, llama a la puerta de una señora de origen argelino y que tiene a su único hijo en la cárcel; tras contactar con la NASA, ha de pasar un par de días en ese piso, donde la desarmante humanidad de la mujer consigue lo imposible: el entendimiento entre las dos personas más alejadas del mundo y la comprensión de que todos vivimos en un inmenso bloque de pisos, que es este planeta, solo que aún no hemos tenido la suerte de conocernos...
Saludos.

2 comentarios:

Jimmy FDZ dijo...

De Benchetrit vi "Siempre quise ser un gangster", que también es una película episódica, de tono comedia negra criminal. Se notaban mucho sus ganas de emular a Tarantino y los Coen, tanto que a la cinta y a sus personajes apenas les quedaban entidad propia, y el visionado era pesado e insufrible (aunque hubo un par de escenas interesantes, no así las ideas). Parece que ha corregido sus errores. Habrá que concederle una segunda oportunidad.
Saludos.

dvd dijo...

No la he visto, y ésta cayó en mis manos por casualidad, pero ha sido una grata sorpresa, una película modesta que plantea de fondo unas cuantas cuestiones cruciales acerca de lo terriblemente solos que estamos.
Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!