jueves, 29 de octubre de 2015

Por los cerros de Coventry...



De un plumazo. La Universal, responsable de incontables títulos que han ayudado decisivamente a cimentar el ejemplo más palmario del Hollywood clásico también ha contribuido al aliñamiento de incoherencias narrativo-históricas tan incomprensibles como el que hoy nos ocupa. Pero como esto, esta semana, es un homenaje sentido a la figura de una actriz irrepetible, no dejaremos que el espíritu contestatario del blog empañe el bruñido de su trayectoria... Pese a cosas como esta LADY GODIVA OF COVENTRY, en la que el guionista Oscar Brodney es capaz, el solito, de deformar una leyenda que acepta tantas interpretaciones como rechaza libertades inaceptables como el tono "Abbott y Costello" que le imprime el laudanesco Arthur Lubin, responsable de magisterios con aquella discutible pareja y luego con una burra que se llamaba Francis... En fin, menos mal que estaba Maureen O'Hara, su Lady Godiva lucha no sólo contra los normandos, sino contra la inutilidad de un compañero de reparto inenarrable, como era el amanerado George Nader. Ni siquiera el gran Victor McLaglen era capaz de elevar un discurso que se debatía agónicamente entre un Robin Hood de opereta, los seriales de Fú-Man-Chú y el orgasmo retardado de ver a la diva tener que tirar de dignidad y oficio para que su cabalgata desnuda (por cierto, de juzgado de guardia lo de la monja consorte...) se desmarcara de la zafiedad y exhibicionismo imperante en una producción a todas luces fallida y que supone un punto oscuro en una filmografía, la de su protagonista, pese a que su personaje sea lo único realmente destacable. Quería por ello rescatarlo, porque siempre es fácil el ensalzamiento cuando el conjunto acompaña; más complicado es hacerlo en condiciones extremas asunción meritoria.
Grande, por ello, Maureen...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!