viernes, 2 de octubre de 2015

Días chungos en la trastienda de la repostería



De un tiempo a esta parte han proliferado las películas que han estilizado la violencia hasta convertirla en algo incluso atractivo. No es que yo comulgue mucho con esta tendencia, pero siempre dependerá del ingenio empleado para continuar con la historia coherentemente tras la vorágine y una vez el director nos ha demostrado sus dotes para el ballet alucinatorio. Esto ocurre en HYENA, y no lo esperaba, aunque el director Gerard Johnson ya había apuntado alto con TONY, su opera prima en 2009. HYENA empieza casi como una "naranja mecánica" vuelta del revés; los policías son corruptos hasta la médula, confiscan la droga que luego se meterán en inacabables fiestas privadas, y usan sus influencias para salir limpios mediante una red de sobornos. Y aun así, aunque sus actos son conocidos, conforman un equipo intocable, porque ellos son los únicos capaces de ir al meollo de la podredumbre; ellos se manchan las manos para que los chupatintas estén tranquilos echando barriga. Pero necesitan su tajada, y cuando el asunto se descontrola la placa vale menos que los calzoncillos. Es HYENA, después, un artefacto mucho más controlado, con un guion duro y coherente, y unos personajes de carne y hueso, nunca superhéroes, sino gente a la que todo se le puede ir de las manos en un segundo. Un magnífico ejercicio de estilo ultraviolento y con un mensaje moral más que inquietante, pero que en su recta final se convierte en uno de los mejores thrillers de la temporada, nada más y nada menos.
Una sorpresa.
Saludos.

2 comentarios:

Jimmy FDZ dijo...

Me la has recordado, y eso que le tenía bastantes ganas. Hace tiempo la encontré porque Nicolas Winding Refn también le dio superlativos elogios, y olvidé buscarla seriamente. Ahora lo haré antes de que se me vuelva a escapar.
Saludos.

dvd dijo...

Empieza de manera desconcertante, no sabes si es un videoclip de Prodigy o qué, pero el guion se recrudece y los personajes se adueñan de la trama. De hecho, los malos (aunque aquí no se salva ni uno) dan bastante mal rollo, unos albano-kosovares que cortan por lo sano... Y el final, abierto, es bastante lúcido consecuente; recuerdo que me iba diciendo "no, no lo va a hacer... no lo va a hacer...". A mí me ha gustado muchísimo, y no le tenía muchas expectativas.
Un saludito.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!