sábado, 12 de septiembre de 2015

Horror insomne



Ahora que ha muerto Wes Craven, parece el momento adecuado para hablar acerca de la fiebre de las franquicias, de su porqué, no siempre acertado, y de si el motivo exclusivo de la recaudación justifica la perversión y estiramiento facial de un original que prácticamente siempre es insuperable. Ocurrió con A NIGHTMARE ON ELM STREET, y no porque me parezca precisamente una maravilla de película, sino porque sus múltiples y exasperantes secuelas la han terminado por convertir en un clásico, quizá involuntario. Visto con 30 años de perspectiva, el comienzo de la andadura de ese icono de rasgos quemados y garras metálicas que es Freddy Krueger se disfruta más como juguetito pop que una pesadilla amenazante; da menos miedo, pero es una fuente inagotable de referencias, de las que ahora se sirven muchos directores jóvenes. Krueger apenas sale, pero cuando lo hace parece un espíritu burlón, que se divierte pellizcándole el culo a jovencitas en camisón (prenda improbable hoy día) y dándole chorlitos al típico macarrilla de turno como a un pijísimo Johnny Depp, que inició en esta película su prolífica carrera. Freddy se ha convertido en historia viva del cine, nos han machacado tanto que es ya ineludible como referencia del terror slasher, y su legado elevó consigo la figura de Craven como un creador total, a la altura de John Carpenter, con el que se le ha comparado a menudo; y esta "pesadilla" iniciática, es aún una delicia de cine artesanal, que aún cree en la recreación de atmósferas malsanas y que intenta eludir el susto fácil (no siempre, claro). Mucho más ingenua y suave que algunas entregas posteriores (las cuales iremos desgranando poco a poco), donde la función ya gira descaradamente en el exhibicionismo de su personaje central, A NIGHTMARE ON ELM STREET tiene uno de los mejores comienzos del género, con esos cuidados detalles de luz y sonido que crean un entorno onírico, y determinó que el gran Robert Englund había llegado para quedarse mucho tiempo...
Revísenla y disfrútenla.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!