miércoles, 24 de septiembre de 2014

Posición asumida



SECRETARY es una película que yo suelo recomendar por motivos absolutamente contrapuestos. Curioso o no, esto confiere a cualquier narración convencional que aspire a salirse de ciertos cánones un aura especial y que, si bien no logra elevar su valor real, al menos realza las líneas maestras de su discurso, a veces poco claras y ni reveladas. Por un lado, SECRETARY es todo lo que a David Lynch o John Waters les hubiese gustado llevar a cabo de haber dispuesto de un canal privado: la normalización de la excepción; integrar las miserias en un marco reconocible. Pero, cautela, porque Steven Shainberg no ha demostrado estar a la altura del invento. No encontrarán aquí la elaborada tela de araña de, por ejemplo, "Mad Men", ni la seca tuculencia del Haneke más parafílico, el de LA PIANISTA. No, porque yo la emparentaría con las insoportables manías del David O. Russell de SILVER LININGS PLAYBOOK o la falsa sofisticación de aquello que hizo Soderbergh con una actriz porno... Pero ya no atizo más, porque Shainberg pudo contar con un lujo doble, y eso es difícil estropearlo. Maggie Gyllenhaal y James Spader destilan química y profesionalidad; la primera con un personaje incómodo y con unas aristas que son complicadas de detectar, mientras que Spader se reencuentra con su vena esquizoide y antipática, algo que siempre le ha sentado, curiosamente, como un guante. El resultado es un tira y afloja anticlimático sobre las desventuras de una chica de tendencias masoquistas, que encuentra en su sádico jefe la (única) relación perfecta para ella.
¿Que a quién se la recomiendo ahora mismico?... Hombre, está claro que a Gallardón, a ver si se le endulza la despedida...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!