jueves, 25 de septiembre de 2014

¡Ave, César! #11



Qué diablos, Julio César se merecía algo mejor que esta inacabable, desarticulada y nimia adaptación para televisión que un inefable como Uli Edel desaprovechó hace ya 12 años. "El desaprovechador", le llamaremos de aquí en adelante. Primero, las licencias; y un director autolimitado al que encargan una miniserie no puede permitirse algo así. La historia está contada al revés, con un César imposible por la fecha en que aparece (82 a.c.), casado y con un niño, desterrado, zarandeado por las olas, empeñado en pelearse con tipejos de tres al cuarto y con la cara de palo de Jeremy Sisto, uno de esos actores que pueden llevarse toda la vida sin un papel decente. Antes, es verdad, hay otras dos oportunidades tiradas por la borda: la falta de entusiasmo de Christopher Walken (esperando el cheque) y lo poco que le hace falta a Richard Harris, en el que sería su último papel, para componer un tétrico Sila, sin más, el mejor personaje de la función y sus mejores y más intensos minutos.
Siguiendo, la batalla contra los galos es soporífera y está compuesta de dos planos intercalados y contrapuestos que habrían hecho las delicias de Muchachada Nui: Vercingetórix y César montados a caballo y mirando en lontananza mientras alrededor hay ruido coporativo de gente guerreando. Esto se alarga hasta el millonesismo fraccionado temporal, que debe ser mucho tiempo... Luego, para redondear, en Egipto le cortan la cabeza al pobre Pompeyo y César se lía con Cleopatra, la preña y se la lleva a Roma para compunción de Calpurnia, que debe llevarle al César un par de décadas. No es todo, porque aún hay tiempo (es una operación de sainete) para dedicarle los últimos cinco minutillos a lo que debería ser cuestión central. Sí, el asesinato... ¿Y Marco Antonio?... Pues como diría Forges: "Ni flores, oyes".
Antes de los créditos, eso sí, se nos cuenta cómo terminaron todos y cada uno... Como si fuera el Equipo A, o algo así...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!