viernes, 14 de febrero de 2014

El memorial y su reverso



El otro día murió Shirley Temple, la niña eterna. Aquella a la que Santa Claus pidió un autógrafo cuando tenía seis años y que recibió un oscar en miniatura. Se retiró joven, como la mayoría de niños prodigio, y su filmografía es menos notoria que su propio mito, para qué engañarnos. Sin embargo, a Shirley Temple le dio tiempo (y no son muchos actores los que pueden decirlo) a actuar en una de las películas más grandes de todos los tiempos, nada menos que FORT APACHE. Allí hacía de Philadelphia, la dulce hijita del amargado Owen Thursday (un temible Henry Fonda), que caía bajo los encantos del joven oficial O'Rourke, que era John Agar, a la sazón su marido y del que se divorciaría poco después. Si hablamos de reparto, el de FORT APACHE es simplemente imponente: John Wayne, Ward Bond, el mítico George O'Brien, Pedro Armendariz, Victor McLaglen... No merece la pena, porque era el elenco habitual de John Ford y porque hay cosas que no se pueden discutir. Pero aprovecho para hablar un poco de un western que prefiere un profundo desarrollo de todos sus personajes en detrimento de una acción que, en el impresionante tramo final, se desata con fiereza. Hay varios motivos principales que quedan perfectamente trazados en el milimétrico guion de Nugent: el honor y los ritos castrenses, conformando un microverso repleto de referencias y una concordia que salta por los aires cuando el general degradado Thursday llega para imponer respeto, aunque pronto se revelará como un hombre complejo, de una rectitud moral que no consigue ocultar el odio y rencor que siente por su destino, un fuerte en mitad de la nada y con valores más "relajados", aunque no menos válidos. El desenmascaramiento de un protegido del gobierno que usa su posición para engañar a la nación Apache, y que obligó al gran jefe Cochise a desplazarse a México, se convierte en la gran excusa de Thursday para justificarse, recomponer su posición y salir de Fort Apache como un héroe. Pero subestimar a Cochise, rompiendo cualquier posible negociación, le saldrá más caro de lo que esperaba.
Es FORT APACHE, y es John Ford. Una de sus mejores películas, una gran obra maestra de todos los tiempos, y sólo me gustaría añadir un par de cosas. Primero lo fresca que se mantiene su ágil narrativa, tanto como sus míticos travellings o sus espectaculares secuencias de baile; pero sobre todo, es sintomático su tiempo sosegado, en el que una frase lapidaria sustituye a una acción gratuitamente violenta, y el el que un organigrama social perfectamente funcional nos habla de la intolerancia como una cuestión casi personal. Pocas películas consiguen hoy día contar tantas cosas, tan claramente y en tan poco tiempo (dos horas que pasan en un suspiro). Imprescindible.
Saludos.

2 comentarios:

David dijo...

Y John Wayne, imprimiendo la "leyenda" sobre un Fonda muerto, aunque la película nos ha mostrado que la realidad es otra... Pero me encanta esa frase que suelta Fonda cuando se sube al caballo y sabiendo que va hacia un sucidio seguro le dice algo en plan "cuando dirija usted este regimiento, que no dudo que será muy pronto" (jaja)..

dvd dijo...

Es que si yo digo algo se notaría demasiado mi entusiasmo... ¡Es que estaba bien hasta Shirley Temple, copón!...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!