lunes, 8 de abril de 2013

Un Oeste infinito



No fue Howard Hawks un director clásico de westerns; los pocos que hizo, aun enclavados por su tiempo en la maquinaria de los grandes estudios, siempre conservaban el deseo de su director por picotear de aquí y de allá cualquier elemento propicio para, finalmente, conformar una obra más compleja, y si se quiere, más matizada. Por eso cuesta tanto acordarse de un título como THE BIG SKY (aquí RÍO DE SANGRE), donde un exacerbado sentido de la aventura prácticamente permite flirteos impensables para otros directores; y se vienen a la mente dos ejemplos clarísimos: el cine de piratas y el de espadachines. El primero por cuanto casi toda la acción transcurre a lo largo de una accidentada travesía fluvial, la que llevará a dos intrépidos exploradores (Kirk Douglas y Dewey Martin) por el río Missouri para ayudar a establecer una ciudadela en territorio aún inexplorado; a bordo se encuentra una enigmática princesa india y una tripulación de lo más variopinta. Abundan las escenas de acción, haciendo hincapié en las múltiples penalidades para llevar a buen puerto la arriesgada misión; mientras, el estupendo guion de Dudley Nichols permite a Hawks desarrollar un trabajo de actores sólido y creíble, y sin caer en el maniqueismo. Douglas, solvente y demostrando el dominio que tenía haciendo casi cualquier cosa, es el timón de este western híbrido y lamentablemente relegado a un lugar secundario, aunque en otra filmografía tendríamos que hablar de obra mayor sin ninguna duda. Uno de esos films que no conocen la palabra aburrimiento y que para cualquier sesión doble es simplemente perfecto.
Saludos grandísimos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!