sábado, 27 de octubre de 2012

La movida medieval



A cuarenta años vista, la (re)visión de I RACCONTI DI CANTERBURY suscita no pocas contradicciones al espectador actual, tan poco acostumbrado a que la carnalidad sea motivo de jolgorio, no sé si justificado, pero en cualquier caso interpretativo, sí. Oso de oro en Berlín, esta hipersexual puesta en imágenes de los inmortales escritos de Geoffrey Chaucer tiene el mérito de reírse de muchas cosas y, además, hacerlo con la burla inocente de un niño mientras hace una pedorreta ¿a quién? Supongo que a los miopes, a los que desconfiaron de Pasolini, tanto cuando se ponía serio como cuando expectoraba impúdicamente su inabarcable sentido de la sensualidad, de cómo debía ésta ser puesta en imágenes, sin tapujos ni falsos claroscuros, apelando a "lo inocente" como inofensiva celebración de la carne. Pero aparte, en estos "cuentos", un poco atropellados, con poco margen a la contemplación, uno se topa de bruces con una sucesión de sketches al más puro estilo del viejo slapstick; donde cabe desde una explícita mención a Chaplin hasta las inacabables persecuciones de un Buster Keaton trasplantado a una Edad Media donde, por fin, un cineasta es capaz de mostrar la falta de higiene como cosa común, aparte del folleteo como un acto más de insumisión a la moral (doble) de la iglesia. Personalmente no es de los trabajos de Pasolini que más me entusiasmen, ni lo considero de lo mejor suyo, pero siempre es reconfortante volver a esos inconformistas y diletantes, sin los que la situación, si es que es posible, aún podría ser peor.
Saludos carnales.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

sí, sí, es muy reconfortante... y muy coñazo también.

dvd dijo...

No sea malo, que salen señoras en paños menores...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!