jueves, 23 de agosto de 2012

Adiós al mito



Sí, al mito de Sancho Gracia, que nos dejó recientemente; aquel Curro Jiménez que fue lo más cerca que estuvimos de crear un género propio que oliese ligeramente al Western. Pero el adiós más constatable en 800 BALAS es al propio género, a esa gastadísima iconografía de personajes hieráticos, lugares polvorientos y causas perdidas que ha dado tantas obras maestras como olvidables subproductos. Y ahí, justo en medio de ninguna parte (el desierto almeriense de Tabernas, para más señas), es donde Álex de la Iglesia situó Texas Hollywood, un antiguo plató reconvertido en destartalado parque temático. Y allí es donde moran un grupo de personas siempre entre el límite de su no pertenencia al mundo normal, que hace tiempo que se olvidó de ellos, y la imposibilidad de desprenderse de su propio personaje, el que están condenados a repetir en cada función. El silogismo es evidente, aunque no sé si consciente; de la Iglesia juega a las muñecas rusas cuando nos muestra los vergonzantes números de los figurantes del parque temático, para luego contrastarlos con los tiempos muertos, donde curiosamente sí se desarrolla una cierta "acción-tipo" "westeriana". Es su mayor baza, y uno no puede dejar de esbozar una sonrisa cuando ve a una película del Oeste desprendida de su propio significado repitiendo todos los eternos tics del género. Por supuesto, el final es muy "de la Iglesia", ya saben, con interminables ráfagas de disparos, gente tirándose por la ventana aunque pueda salir por la puerta, griterío ensordecedor y esas cosas. Efectivamente, el protagonista, Julián, es un especialista retirado, pero insisto en que lo mejor no es verle en esos menesteres, sino resollando en el Saloon y sosteniendo un chupito de DYC, mientras se le van escapando cosillas de los viejos tiempos de esplendor...
800 saludos.




1 comentario:

nuri dijo...

Siempre estará con nosotros. Grande Sancho Gracia!

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!