jueves, 2 de agosto de 2012

El vecino a palos



Menos "ingenua" de lo que cabría esperar de un slapstick de la época, y teniendo en cuenta a su productor, Joseph Schenck, OUR HOSPITALITY es una película que en apenas una hora y cuarto sintetiza todo el recelo y hostilidad de un país en el que confluían estirpes de lo más variopintas provenientes de Europa; gentes en su mayoría no demasiado dispuestas a compartir cualquier pequeña conquista conseguida. Así, el principio no es en absoluto una comedia, sino más bien un sangriento tiroteo entre dos familias, los Canfield y los McKay, que no están dispuestos a entenderse. 20 años después, el joven Willie McKay, que escapó milagrosamente de la masacre, vuelve tras su impecable educación en Nueva York para reclamar su herencia familiar y sin conocer el odio ancestral que le espera por parte de los Canfield, que son los dueños de la práctica totalidad del pueblo. Ahí el film da un giro absoluto y comienza el show de Keaton. Carruajes destartalados, persecuciones llenas de casualidades salvadoras, las inefables locomotoras (con vías desmontables incluidas) y el improbable romance surgido entre el propio Willie y la joven Virginia Canfield, lo que obliga, según las leyes de la hospitalidad sureñas, a aceptarle como huésped y no poder causarle daño alguno mientras se encuentre bajo su techo. Es cierto que el film se vuelca hacia las habilidades cómicas de Keaton, pero uno no puede evitar una sensación de inquietud, puesto que la mayoría de truculencias son mostradas con una naturalidad perfectamente aceptada; es cierto que se hace hincapié en el "especial" talante sureño, pero no podemos hablar aquí de comedia negra, sino de una abrupta disrupción tonal, puede que impensable en estos tiempos nuestros tan políticamente correctos.
Saludos hospitalarios.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

La verdad es que el prólogo es tremebundo. El final también, aunque en otro sentido. Yo siempre he visto esta película como una burla de las convenciones sociales y su supesta sacralidad que da lugar a situaciones tan absurdas como la que se muestra en La Ley de la Hospitalidad y que se resume cuando dicen más o menos que "lo podemos matar pero no dentro de casa".

Keaton es el más grande artista del cine mudo, creó los mejores gags. Nadie como él contaba tanto y tan bien en tan poco tiempo. Su reinado en los años 20 es, para mí, indiscutible.

dvd dijo...

Reconozco que me esperaba otra cosa cuando la vi; pero es cierto, Buster Keaton es cada vez más reconocido por lo bien que infiltraba la crítica social en medio de una apacible comedia, y éste es un gran ejemplo...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!