viernes, 24 de agosto de 2012

Ozu en Viernes #18



En plena Segunda Guerra Mundial, el cine de Yasujiro Ozu pareció cobrar inusitada conciencia y responsabilidad; algo que quedó perfectamente reflejado en CHICHI ARIKI (HABÍA UN PADRE), una de sus películas más sobrias y elegantes de este convulso período. Sin muchos preámbulos, Ozu nos introduce en la apacible vida de un joven profesor viudo junto a su pequeño hijo; luego, en una excursión del colegio a un lago, uno de los alumnos sufre un desgraciado accidente y se ahoga; el profesor, tras meditarlo, asume la responsabilidad, dimite de su cargo y se marcha con su hijo a su pueblo natal, donde le espera un futuro laboral precario, así que decide enviar al niño a un internado mientras él se marcha definitivamente a Tokio a encontrar un mejor trabajo. El paralelismo parece inevitable; lo que parece un drama social se eleva hasta la trascendente situación de todo un país, que debe elegir entre negar la realidad y vivir de espaldas a la misma o dar un paso adelante, aunque eso conlleve una serie de renuncias prácticamente definitivas. Ya en el último tercio del film, Ozu "reencuentra" a padre e hijo, cuando este último se ha convertido también en profesor y ambos recuerdan lo complicada que ha sido su vida y lo mucho que han tenido que esforzarse para salir adelante. De gran emoción contenida, CHICHI ARIKI no es ningún seísmo, sino más bien un mar en calma bajo el que sólo pueden adivinarse las turbulencias en unos diálogos aparentemente sencillos, pero que contienen dilemas básicos del hombre contemporáneo. A destacar el soberbio trabajo de Chishu Ryu, ya convertido en el gran actor fetiche del director y que compone un personaje que no por genuinamente "ozuniano" deja de ser fascinante por lo que siempre hemos defendido desde aquí, porque... ¡qué difícil es hacer de hombre normal!...
Y la semana que viene, más.
Saludos.



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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!