miércoles, 9 de noviembre de 2011

Paradigmas, síntomas, lugares comunes y callejones sin salida



Lo ideal sería estar en Japón (ser japonés, claro), acercarse a una sala de las que tienen muchos colorines y entrar a ver PÁJAROS DE PAPEL, de un tal Emilio Aragón (no es un chiste por lo del Origami, créanme). Lo digo por si al vástago de Miliki le complaciera o complaciese que alguien en el mundo pueda encontrar su sentido homenaje paterno (y paternalista) como un exotismo más allá de las convenciones comerciales. Muy lejos habría de irse este sobadísimo y pasado de rosca filetazo ambientado en la guerra civil y aledaños; aun así, me abstendré de calificarla como basura, porque no lo es, sobre todo teniendo en cuenta que basura la hay, a raudales, surcando las pantallas patrias cada día. La película empieza con brío, mostrando como puede un lugar y un tiempo que hemos visto representado cientos de veces, lo que evita la sorpresa. Lo bueno es que Imanol Arias y Lluís Homar son dos actores cincelados en roca que aguantan impávidos lo que les echen, llámese diálogos insufriblemente autocomplacientes, sentimentalismo de opereta o el socorrido impulso de "a correr tocan". Lo mejor son los actores, sí; incluyendo a una Carmen Machi tremebunda, que uno no sabe de dónde se la ha podido sacar un tipo tan pacato como Aragón, y a los estupendos José Ángel Egido y Luis Varela, puede que ultimísimos de una estirpe de secundarios cercenada a hachazos del cine español. Luego, los números musicales son divertidos, creíbles, pero, en lugar de quedarse en las virtudes, sustentadas en un esperpento sotto voce inocuo como una mesa camilla, empieza el festival de "los bandos". Y, claro, ahí ya todo es un dislate producido por Antena 3 (supongo que a buen entendedor...); es decir, que PÁJAROS DE PAPEL no se equivoca en la forma, sino en el fondo más profundo, lo que es solaz de espectadores miopizados por la televisión contemporánea, que encontrarán (seguramente) un condensado de batallitas de sobremesa con el azúcar justo para quitar el amargor. Por si fuera poco, la escena final ingresa directamente en el terreno de lo paradigmático, faltaba el director en una esquina dando las instrucciones: "Ahora cojan la cebolla, pélenla y acérquensela lentamente a los ojos"...
Saludos en folio.

2 comentarios:

Cinemagnific dijo...

Detesto la Guerra Civil y el franquismo en la ficción. Los destesto. Creo que hay muchas más cosas que contar y más cercanas e importantes en el tiempo (ahí está esta crisis que ya es uno más de la familia). Pero la verdad es que esta peli me resulta por encima de la media en este "género" del cine español, plagado, como bien dices, de basura por doquier.

dvd dijo...

Bueno, la película es lo que es: un manual preconcebido para mojarle las bragas a l@s seguidores/as de Cine de Barrio. No es mala ni buena, es lo que es... ya me entiendes...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!