miércoles, 25 de diciembre de 2013

Cine en crisis #10



Hay películas que, por su especial condición, son capaces de superar incluso sus propias expectativas. El ejemplo más claro es FITZCARRALDO, la película maldita de Werner Herzog; la epopeya amazónica que a punto estuvo de sacarlo definitivamente del cine y´en el que, según cuenta la leyenda, Klaus Kinski terminó tan hastiado que intentó matarlo. Anécdotas aparte, FITZCARRALDO (el título proviene de la dificultad indígena para deletrear Fitzgerald, verdadero apellido del protagonista) es un film obsesivo, arduo y tenazmente convencido de cómo debe desarrollarse; y el tan temido tijeretazo, precisamente por estar casi autogestionada por el propio Herzog, es todo lo contrario, y su desmedido metraje (casi tres horas) se antoja excesivo y por momentos innecesario para desarrollar una trama que en sí no es tan complicada de entender. Este personaje, hecho a medida de Kinski, sueña con construir una ópera en un pequeño poblado a orillas del Amazonas, y bien pareciera que nada pueda detenerlo en su empeño. Para ello sólo necesita lograr liquidez, pero al estar arruinado decide invertir sus escasos ahorros en un destartalado barco con el que comerciar con caucho, con la particularidad de que hará el recorrido a la inversa de un famoso meandro bifurcado, ahorrando más tiempo que cualquier otra ruta. El único problema es que para pasar de un cauce a otro no le quedará más remedio que imaginar una tarea casi imposible: remolcar la nave y conducirla a través de la montaña. Nadie en su sano juicio hubiese apostado por la viabilidad de tamaña empresa, pero tampoco de la película en sí, y es cierto que pese a lograr premios tan prestigiosos como el de mejor director en Cannes, FITZCARRALDO ha quedado un poco relegada y casi como un objeto de culto, una rareza que aunaba el tono mesiánico de su argumento a un humanismo nada relamido ni autocomplaciente. Un film farragoso y lleno de imperfecciones que a  mí me costaría creer que se pudiese hacer hoy día.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!