WOO-RI-UI-HA-RU (NUESTRO DÍA) simplifica al máximo una historia compartida, aunque narrada de forma dual, para investirnos de experiencias y sensaciones que sólo cobran sentido al ser compartidas. Una actriz en depresión busca refugiarse en casa de una amiga, donde recibe a una vendedora de productos naturales que quiere convertirse también en actriz; súbitamente, el gato de la amiga desaparece, obligando a un acto colaborativo que interrumpe una interesante cena. A kilómetros de allí, un semiolvidado poeta colabora con una joven estudiante de cine, con la intención de montar un documental en apenas un par de días; al mismo tiempo, recibe a un admirador, con el que entabla una conversación en la que le confiesa que sólo echa de menos a su gato, que murió de viejo, incluso más que el alcohol y los cigarrillos que el médico le ha prohibido tajantemente. Ambas escenas están íntimamente ligadas por un denominador que las traspasa, quizá la camaradería inusitada como el mejor bálsamo contra la inoperancia y el olvido. Quizá no, pero observo este último modo de contar historias de Hong Sang-soo, y además de verlo despojado de cualquier teoría de la conspiración, es sabroso por lo calmado de su sabiduría, no sé si asimilada, pero sí sanadora.
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario