martes, 27 de abril de 2021

El reencuadre del reencuadre


 

Y también está Mike Leigh, un director tan versátil, y al mismo tiempo con una personalidad tan marcada, que su firma está presente en films aparentemente antagonistas, finalmente traspasados por la verdadera medida del hombre ante sus problemas. Problemas cotidianos, que también son problemas eternos, frustraciones, dilemas y deseos. LIFE IS SWEET lleva el oxímoron en el título, para seguidamente proponer una comedia en toda regla, centrada en una familia prototípica de un barrio cualquiera de Londres. Una fórmula de medida para eso tan indefinible de la humanidad, bien podría ser el humor con el que somos capaces de terminar un día para poder empezar el siguiente. Sin embargo, Leigh siempre va un paso más allá; sus héroes, todos de carne y hueso, parecen habitar un mundo que quiere ser dulce, pero que la realidad va agriando a marchas forzadas. Ella, la madre, parece reír y bromear a todas horas, y el padre procrastina todo menos ir un rato al pub. Las hermanas, gemelas, son tan humanas que una se dedica a instalar calefacciones y vestirse como un chico, pero la otra enmascara un serio problema alimenticio con una actitud desafiante aunque cínica: quiere arreglar todos los problemas del mundo sin mover un dedo y culpando a los demás. Podría ser una farsa, podría ser un guiñol, o un rocambolesco cruce entre cierta idea neorrealista y otra falsamente sentimental. De lo que estoy seguro es de que es una extraordinaria película, que no sólo no ha envejecido tras 30 años, sino que mantiene encendido un discurso vigoroso, el mismo que nos permite asistir con naturalidad a la radical transformación de todos los personajes, que da la medida de que esa humanidad jamás podrá ser una ciencia exacta.
Siempre hay un corazón latiendo tras las imágenes de Mike Leigh.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!