viernes, 30 de abril de 2021

Aquellos tragos amargos


 

No es sencillo ubicar una película como HEARTBURN, mucho menos ahora (hablamos de 1986), con todas las coletillas que penden, como impávidos post-its, a modo de "manual del melodrama conyugal". Todos quieren ser Bergman y explicarnos muy bien por qué el amor es el campo de batalla más peligroso, y tenemos multitud de ejemplos, pero a lo mejor no tan explícitamente valientes como éste. La película era como asistir a una interminable sesión de flagelación, la de la escritora y cineasta Nora Ephron, que relataba sin paños calientes su tortuosa relación con el periodisya Carl Bernstein. Se agradece el tono desencantado, del hartazgo progresivo de una Meryl Streep que se va adueñando poco a poco del protagonismo, hasta desintegrar a un Jack Nicholson reducido a un tipo bastante detestable. Sin embargo, hay algo que rechina, algo indetectable, pero que bien podría ser la verosimilitud de la circunstancia de la protagonista, fuera de ella misma, rodeada siempre de gente que no la comprende o simplemente la trata como una pobre idiota, por volver una y otra vez con un hombre que no cesaba de ponerle los cuernos y poco menos que abandonarla con dos hijos. Por ello es una película que dejó a más de uno con el ceño fruncido, quizá porque esperaban una comedia romántica al uso, o un despliegue de duelos interpretativos; pero ni es lo primero, ni el dúo protagonista consigue la química suficiente para lo segundo. Pero recuerden, el pastel que se acaba es de lima, y la lima es amarga...
Y, sí, el cuarto era Mike Nichols.
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!