viernes, 22 de enero de 2021

Los 5000 nombres


 

Corría 1969, y Estados Unidos era un clamor por la vergüenza de la guerra de Vietnam. El año de la libertad era el año de las protestas, el año del amor se teñía de sangre. También fue el año en el que salió elegido Nixon, y en el que el barro manchaba las canciones. THE TRIAL OF THE CHICAGO 7 da cuenta de todo esto, y lo hace desde el juicio al que fueron sometidos un grupo de activistas, que un año antes habían organizado la llamada "Convención Nacional Demócrata", y que desembocó en unos gravísimos altercados, con cientos de heridos y un policía muerto, por el que se juzgó (créanlo o no, en el mismo juicio) al Pantera Negra Bobby Seale. A Seale llegaron a mordazarlo, y se le negó el derecho a un abogado, ya que el suyo se encontraba convaleciente. El juez Julius Hoffmann era un conservador de la vieja escuela, designado a dedo para tal desempeño. Y el film de Aaron Sorkin, apresado entre la obligación de levantar acta, militar del lado de los justos y no ralentizar las más de dos horas de película, adolece de lo que suele hacerlo el trabajo en la dirección de un guionista, aunque sea uno de los más brillantes de las últimas décadas. Sorkin se apoya inteligentemente en un puñado de excelentes interpretaciones, entre las que destacan Sacha Baron Cohen, Mark Rylance, Frank Langella y Joseph Gordon-Levitt, y les regala algunas escenas de gran potencia, con la dificultad añadida de distribuir adecuadamente la coralidad, sin hacernos perder el hilo, lo que sobrevuela el titubeante arranque, pero luego bien manejado por el director, que nunca renuncia a su habitual acicez verbal y un corrosivo sentido del humor. Todo bien hasta la escena final, con un Eddie Redmayne enunciando los nombres de los caídos en Vietnam, mientras el crescendo de la música de Daniel Pemberton pulveriza el estupendo tono de la película y nos deriva hacia algo peor que el panfleto: la sensiblería panfletaria. El montante, no obstante, es más que notable; un artefacto menos circunspecto de lo que cabría esperar, y que termina como un más que digno producto de Netflix, que no es poco tampoco...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!