viernes, 11 de septiembre de 2020

Pequeñas preguntas, grandes respuestas


 

Más que una película, un regalo; LA DANZA DE LA REALIDAD, de 2013, es la película en la que más diáfanamente se glosa el inabarcable ideario de Alejandro Jodorowsky, partiendo de su infancia en Tocopilla, y desembocando en una compleja pero lúcida carta de amor/odio hacia su padre, verdadero protagonista del film y curiosamente interpretado por Brontis Jodorowsky, su propio hijo. Que Jodorowsky pasa por ser uno de los creadores más originales de todos los tiempos, es algo que deberíamos tener asumido desde siempre, y que el polifacético artista chileno se ha encargado de atestiguar en cada trabajo suyo. Obras con vocación de intemporales, fuera de los convencionalismos pero con un discurso bien arraigado, sobre todo, en la memoria sentimental. Así, puede que sea éste su trabajo más honesto, con un pie claramente puesto en el AMARCORD felliniano, y otro en la aguda sátira buñueliana, aunque siempre haciéndose preguntas, sin dar nada por sentado. Este es un film marcadamente autobiográfico, pero siempre a punto de mutar en otra cosa, en otro relato diferente. Y no se ahoguen en convencionalismos, no los encontrarán aquí, y sí a una soprano interpretando a la madre, comprensiva y voluptuosa, curando al severo padre (un comunista, estalinista y ateo) lluvia dorada mediante. En su primera parte, el pequeño Alejandro es el protagonista, sus escarceos con tantas y tan diferentes maneras de entender el mundo, su curiosidad infinita. En la segunda, el padre se adueña del relato, desde que huye de Tocopilla, repudiado por los incipientes nacionalistas, y experimentando un curioso proceso de transformación, que acaba por unir a padre e hijo prácticamente en una conciencia única y que sólo cobra sentido en tanto que transmisión.

Podría seguir desgranando tantas cuestiones de este film tan hermoso como brutal, tan lúcido como críptico, pero prefiero que sean ustedes quienes lleguen hasta él, si es posible con su percepción libre de prejuicios y ataduras morales.

Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!