viernes, 15 de mayo de 2020

Escrito con sangre



La diferencia fundamental entre CONTROL, de Anton Corbijn, y 24 HOUR PARTY PEOPLE, es que la primera idolatra, y la segunda constata. Lo que Michael Winterbottom hace es tirarse de cabeza en las profundidades, no de un tiempo, no de un lugar, no de aquella locura suicida que supuso Factory Records o The Hacienda, sino directamente al subconsciente de un grupo de personas que funcionó como ente independiente, precisamente porque no tenían casi nada que ver entre ellos. Corbijn quedaba atrapado en las redes de la misteriosa figura de Ian Curtis, Winterbottom se agarra al bolsillo de Tony Wilson, posiblemente la figura central de todo aquello que derivó en la escena de Madchester, sin quitarle un ápice de asombro a toda su peripecia. Wilson era un diletante, un tipo encantador, que no tenía ni idea de negocios pero quería ser millonario; y en lugar de construir un Studio 54 para los Stones o Bowie, prefirió dar libertad absoluta a jovenzuelos que se las daban de ponerlo todo patas arriba. Y todo por un concierto (o algo parecido), cuando en 1976 los Pistols actuaron (o algo parecido) en una sala con 40 personas que ni siquiera sabían cómo diablos se bailaba esa amalgama de ruido. Allí estaba Wilson, que presentaba un programita en Granada TV, y que sabía que algo se estaba cociendo, pero que no había cocinero. En algún momento, uno pierde la noción de estar viendo un film de ficción, pero también sabe que no es estrictamente un documental, sino más bien un ramalazo de inspiración, con mucho cariño hacia aquella pléyade de personajes fundamentales, aunque no hay un gramo de azúcar mientras se cuenta la leyenda de un contrato firmado (y es verídico) con la propia sangre de Wilson, donde se aclaraba que los artistas de Factory tenían libertad absoluta sobre sus obras. Ahora les conocemos, y son casi de la familia, pero hace 40 años se atrevieron a desafiar todo un estado de las cosas, y eso ocurre muy de vez en cuando.
Un film irrepetible y el mejor trabajo de su autor, sin ninguna duda.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!