martes, 11 de septiembre de 2018

Vidas privadas #2



THE PRIVATE LIFE OF HENRY VIII fue un acontecimiento en 1933, el año de su estreno. Fue la primera película inglesa nominada a mejor film en los oscar, aunque el premio (merecido) se lo llevó el inmenso Charles Laughton y encumbró a Alexander Korda como una especie de réplica a los grandes estudios americanos en Europa, aparte de ser un rotundo éxito en taquilla. La figura de Enrique VIII pasa por ser, quizá, de las más conocidas y abordadas de toda la realeza británica, y Laughton interioriza tan controvertido personaje, modulándolo a su antojo, desde la ira a la ternura, desde la chanza hasta el dramatismo. Nadie ha vuelto a hacerlo como él lo hizo, aunque casi todos han copiado su método burdamente. El film en sí es difícil de ubicar en un género más allá del retrato histórico, porque contiene en iguales dosis elegancia, solemnidad, humor y una soterrada crítica hacia un sistema de valores bastante podrido desde la misma base. Todo arranca con el día de la decapitación de Ana Bolena (una bellísima aunque fugaz Merle Oberon), porque a Catalina de Aragón la despacharon con un simple cartel aclaratorio, y luego aparecen el resto de mujeres en la vida del monarca. Jane Seymour, la brevísima Ana de Cleves (una hilarante Elsa Lanchester), Katerine Howard (que habría necesitado una actriz de más enjundia que Binnie Barnes) y la última, la "mejor y también la peor"... Una película deliciosa, que pasa en un suspiro y prescinde por completo de caer en una innecesaria hagiografía, tal y como suele pasar con films similares. Si por lo que sea aún no la han visto, no sé a qué esperan, la verdad...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!