sábado, 1 de septiembre de 2018

Hombres y vacas



A menudo nos quejamos de la poca inventiva del cine comercial, tanto como del desdén por la narrativa del considerado "alternativo". En el difícil equilibrio está la virtud, en encontrar ese punto justo que nos deje pegados a la pantalla por lo que se nos cuenta, tanto como por cómo nos es contado. No es el caso de BOI NEON, una película brasileña que no encuentra su forma, sino que la impone al prescindir de un motivo principal que haga confluir y atraiga la dispersión de dichas formas. Gabriel Mascaro, notable documentalista, se topa con la siempre fastidiosa tarea de imponer a sus personajes que hagan algo, que digan algo; y lo que en el documental surge naturalmente, aquí se ve forzado, con la indecisión de abandonarse a la estética en perjuicio del argumento. Éste gira en torno al día a día de un grupo de personas que trabaja en una vaquería en el Norte de Brasil. El "protagonista" sueña con diseñar vestidos, y pasa las noches cosiendo los que se pone su amiga, que actúa como bauilarina exótica. Vemos las modestas inquietudes del grupo, sus quehaceres rutinarios y sus escasos momentos de dispersión; todo con un estilo naturalista, nada estridente, pero que afloja las expectativas a medida que el metraje se va consumiendo y nos damos cuenta de que, efectivamente, no hay nada más que contar. Es, en mi opinión, uno de esos films que te encuentras en un festival y te pone de mala leche porque la tuviste que elegir de segundo plato. A su director, como tantas y tantas veces digo, a su interesantísimo empaque visual, le vendría de perlas un buen guionista, y si es con un buen guion, mejor que mejor...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!