sábado, 11 de enero de 2014

Por la prosperidad de los presentes



Hay algo indefinible que flota a lo largo de los 90 minutos que dura VILLA AMALIA y que me transmite una incredulidad acerca de lo que estoy viendo que no puede ser buena. Es ésta una película que "debe creerse" a pies juntillas, porque si no se convierte en una bobada afectada y de un muy inmaduro alelamiento. Y eso que hay pocas concesiones al tan frecuente preciosismo... digamos, "vertiente mediterránea"; esto no es MAMMA MIA, y por eso los pocos que la vieron sufrieron de lo lindo la curiosa sensación de gelidez donde normalmente preside la fiesta de los sentidos. Evidentemente, la mejor actriz para ello es Isabelle Huppert; omnipresente en la distancia que ella domina a su antojo, es lo mejor de esta fábula terrenal sobre el despojo y la asunción de la derrota. Es una lástima que un director con tantas tablas como Jacquot se muestre impotente para manejar el resto de personajes, por lo que el film queda huérfano, cojo y, finalmente, mucho más predecible de lo que se desprende de un examen primerizo. Sin más, la historia de una mujer a la que le ponen los cuernos y para desquitarse se va al culo del mundo; o: poca aventura en la desventura...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!