jueves, 23 de enero de 2014

Mi propia caja de bombones



Debe ser difícil concebir en este mundo tan correcto(r) nuestro un posible reverso femenino que paladease de la cruel ironía planteada en tonos pastel de FORREST GUMP, al menos sin dejarle al nuevo personaje la posibilidad de redimirse y hasta reivindicarse, aunque sea con una huida hacia delante bastante chapucera y, la verdad, poco digna. Ahí terminarían las similitudes entre el bravo corredor de fondo y la odisea de la señora de mediana edad ideada por Rebecca Miller para la adaptación de su propia novela, THE PRIVATE LIVES OF PIPPA LEE. Desafortunadamente, hay una escisión demasiado pronunciada entre el "qué" y el "porqué" de lo que se nos cuenta, hasta el punto de que (y esto es lo peor) uno tenga la sensación de que la Pippa Lee adulta y la que ella misma rememora como causante de sus desequilibrios poco o nada tienen que ver entre ellas. Quizá sea esa la intención de la directora, no lo sé, pero me parece una lástima desaprovechar un reparto a su entera disposición con nombres tan sugerentes como Robin Wright, Alan Arkin (que son de lo mejor de la función), una recuperada Winona Ryder o un escaso Keanu Reeves, simplemente metido con calzador. Termina la película y hemos visto a esta "antiheroína" pasar por diferentes estadios vitales, puede que sólo para terminar tal y como le hubiese gustado continuar su agitada vida, como si todo lo demás no hubiese sido más que una prolongada pausa, o como si la caja de bombones se hubiese vaciado demasiado pronto... Lo complicado, una vez más, es que también nos interese a nosotros...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!