miércoles, 15 de enero de 2014

El asesino que buscaba la vida



Ahora mismo, estoy seguro de que a nadie le parece una jugarreta darle a José Sacristán un papel tan alejado de su (odioso) encasillamiento como es el que Javier Rebollo y Lola Mayo le han diseñado a medida en EL MUERTO Y SER FELIZ. Lo primero porque le han llovido los premios y eso, además de resucitar los muertos, a un actor le hace inmensamente feliz. El personaje es un asesino que no asesina, sino que parece condenado a arrastrar tres cosas que pueden ser muy chulas, pero también muy jodidas: estar desencantado de todo, viajar a cualquier parte y quedarse mirando un culo sabiendo que no habrá nada más. Si en LOS LÍMITES DEL CONTROL, Jim Jarmusch enjaezaba el mito del asesino a sueldo con una indisimulada metáfora que le llevaba nada menos que a atomizar la idea misma de la creación artística, lo que Rebollo propone es aún más descabellado (y por eso más divertido): dar carne y sentido a el aventurero que todos tenemos en la cabeza y en algún momento nos hubiese gustado ser. Por esa razón, todo en EL MUERTO Y SER FELIZ parece "representado", de la forma en que una representación fílmica se encarga de notificar otra representación que se sale de su propia naturaleza; y por eso también las andanzas de Santos, morfinómano por obligación y putero por convicción, no tienen otra misión ni sustancia que no sea la de escuchar obedientemente la voz en off (quizá el punto más discutible [por Chanante] del film) para que el espectador se diga eso tan infrecuente en una película de las buenas: "Ah, que son actores". No hay medias tintas, pero sí una enorme tensión en dos aspectos aparentemente irreconciliables. A saber: la narrativa de Javier Rebollo equivale a una acelga fría en una encimera, pero tiene los santos huevos de poner a Sacristán a cantar... y entonces uno se emociona y le da igual lo que diga el de El País... ¡Como si importara!...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!