jueves, 5 de diciembre de 2013

Las historias de al lado



Uno ve TABU, de Miguel Gomes e intenta entroncarla con el fascinante film homónimo de Murnau. Aclaremos que, sin renunciar al eje de atracción de aquélla, la propuesta del cineasta portugués sigue un curso propio y no permite, gracias a la radicalidad de su discurso, que haya lugar a la pantomima disfrazada de falso homenaje. No, porque TABU, la de ochenta años después, nos habla de una cosa para prepararnos para otra completamente diferente; la melancolía de la inocentona samaritana Pilar, una mujer cuya madurez sólo le indica una bondad sin límites, desapegada, hacia los demás no es más que la excusa, el entrante hacia otra cosa. Incluso el pequeño personaje de Santa, la hartísima criada caboverdiana que fuma puros y pide un poco de comida y compañía para su señora, muestra, sin hacerlo, otros mundos y otros momentos, los del colonialismo, que ha dejado por toda gloria estos pequeños, insignificantes y desubicados fantasmas. Su señora es Aurora, una vieja estólida tras unas enormes gafas de sol y cuyo enjuto cuerpo se refugia en unas pieles que casi es lo único que ya le queda de aquel tiempo en que vivía despreocupada en África, al amparo de una gran fortuna. El relato ha cambiado diametralmente, en fondo y forma; ahora estamos dentro de la narración que una tercera persona, un antiguo amigo de Aurora, le hace a Pilar, transportándola a aquellos años, pero también llevándonos a nosotros, ahora sí, a algo que parece Murnau, un tiempo pasado mucho más vívido y pleno que el presente. Y uno termina de ver TABU y sabe que sólo ha visto una historia de amor que termina de manera trágica, como antiguamente; y es el poso, finalmente, que estas imágenes eternas nos dejan las que hacen de ésta una de las mejores experiencias audiovisuales del último año... diga lo que diga el cenutrio de Carlos Boyero...
Saludos.

2 comentarios:

Rosa Ortega Díaz dijo...

La vi el el FCE el año pasado, de lo mejor que vi, porque la recuerdo. Una valiente apuesta por lo clásico, por lo antiguo, con una estructura narrativa novedosa, donde los tiempos narrativos, las voces de la narración, los espacios, los personajes, las historias, quedan imbricadas por el guión y las imágenes (recuerdo al cocodrilo como el elemento que cohesiona todas las historias, el reptil transita por todas las partes desde lo fantasmagórico, lo paranoico, lo poético y lo real). Después de verla pensé que la vería ganadora de algún palmarés, al menos europeo. Pero creo que no fue así (tampoco sigo yo mucho estas cosas, pero me ha gustado mucho verla aquí).
Es pura saudade, y como dicen ellos, mejor caminar con saudade que caminar vacío.
Saludos y buen puente.

dvd dijo...

Creo que le dieron el FIPRESCI en Berlín, pero hablo de memoria. Es una película que apuesta por ser contada de otra forma, sin prisas; es decir: impacientes, abstenerse...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!