sábado, 28 de diciembre de 2013

Los que mandan



También hemos de lamentar la desaparición de Peter O'Toole, otro de esos actores que se ganó por derecho propio un cierto estatus de "inolvidable", gracias sobre todo a su colaboración con David Lean, aunque su extensa carrera contiene algunos títulos que quizá sólo un grande de la interpretación podría permitirse sin que ello afectase a su reputación. Es el caso de THE RULING CLASS, una acidísima crítica al imovilismo de esa "clase dirigente" británica, capaz de las mayores atrocidades con tal de no perder sus privilegios. A lo largo de más de dos horas y media, el prometedor Peter Medak (que luego iría domesticando su discurso), adaptando la polémica obra teatral escrita por Peter Barnes, quiense haría cargo también del guion. Ahora bien, intentemos poner en orden esta pesadilla de tintes "joyceanos" tanto como "wildeanos", porque su argumento merece la pena. El treceavo Conde de Gurney pierde la vida accidentalmente mientras practicaba su única satisfacción: pender de una horca con los ropajes militares... y un tutú. A continuación, todas las moscas revolotean la mierda, y temiendo por la dispersión del patrimonio buscan un heredero que les asegure su bienestar de siglos. El unico problema es que el único hijo del Conde está absolutamente loco y predica su divinidad como el verdadero Cristo redivivo. Así las cosas, urdirán una trama mediante la que casarán al pobre Jack con una fulana para que la deje embarazada y poder encerrarle sin problemas.
La primera parte de esta extensa película transcurre así, como una extraña mezcla entre los requiebros de una intriga romana y el humor corrosivo de Monty Python. Sin embargo, lo que llena de valor y valentía (que no siempre es lo mismo) el texto de Barnes es el inesperado giro que da todo cuando Jack Gurney convenza a todos de que está curado (mediante un estrambótico tratamiento) y que está dispuesto a afrontar sus obligaciones como el catorceavo Conde de Gurney. Esa última parte es tremenda, puesto que pone en solfa las mentiras sobre las que se cimenta la clase dirigente aludida y presenta a Jack transformado en un tocayo suyo, nada menos que "el destripador". Así, el final (sin querer destrozarlo) muestra a un loco que para ser tomado por cuerdo comprende que lo único que debe hacer es convertirse en otro loco aún peor... Una película que merece la pena rescatar y en la que O'Toole hace una de sus interpretaciones más inclasificables y divertidas.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
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