martes, 20 de septiembre de 2011

Tiempo justo de cocción



Lo que a algunos les cuesta una enormidad, otros lo logran con una naturalidad que desarma. Lo que en un director como Malick es una pesada obra de ingeniería que, finalmente, sólo puede ser contemplada con cierta indiferencia, hay casos como el de la directora Claire Denis, que lleva casi 25 años ensamblando una filmografía tan fascinante como diversa. Y sin muchos comecocos visuales. No hay más que echarle un vistazo a dos obras de madurez tan redondas como 35 RHUMS y WHITE MATERIAL para convencernos de su poderoso discurso y, sí, de esa poesía de la que tanto se está abusando últimamente acerca de "ese" film que todos tenéis en mente ¿Que hablamos de una búsqueda de lo absoluto, de una reflexión sobre la vida, la muerte y el tiempo y el espacio y todo lo demás? Entonces es mejor que echen un vistazo a NÉNETTE ET BONI, que cumple por estos días nada menos que quince años, los mismos que su protagonista, una adolescente que se ha quedado embarazada y no sabe qué hacer. El film de Denis es sencillo de contar pero tremendamente complejo de entender; sus matices, sus constantes cambios de rumbo hacen que nos preguntemos constantemente si se trata de un drama social, de un grito generacional o de un intrincado poema visual. Nénette está perdida, pero no menos que su hermano, Boni, que vende pizzas en una caravana, comparte un destartalado piso y emplea casi todo su tiempo libre en fantasear sobre la enigmática panadera de su barrio. Ojo, esto no es AMELIE, y tampoco tiene nada que ver con el cine social de Ken Loach, ni siquiera con Guédiguian; hay una intención en cada plano, una mirada que se adivina insobornable y unos personajes con entidad propia. Denis parece querer retratar por un lado la sucia realidad de Nénette, que no desea tener al niño, y Boni, que comienza siendo un fanfarrón y terminará como imposible figura paterna; por el otro, la panadera, que parece vivir en un estado perpetuo de felicidad sensual junto a su pareja, un americano que disfruta amasando... Ellos son Valeria Bruni-Tedeschi y Vincent Gallo, que otorgan el punto onírico a una historia que sostienen con sus espléndidas interpretaciones la joven Alice Houri, pero sobre todo la rotunda presencia de Grégoire Colin, habitual del cine de Denis y que contiene en una silenciosa mirada toda la furia y todo el desamparo de este cuento con poca felicidad y mucha filosofía generacional. Si a esto le sumamos una maravillosa banda sonora compuesta por Tindersticks, el resultado es una película imprescindible que, como casi toda la obra de su autora, ha permanecido inédita en este país. Es hora de cambiar eso.
Saludos fraternales.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!