jueves, 22 de septiembre de 2011

El gusano del amor



Me da igual si Mia Hansen-Løve ha bebido hasta hartarse del legado "cahierista", si lo suyo suena, no ya a impostado, sino a requeteamasado en las pías cocinas de la prestigiosa revista francesa. Habrá a quien todo esto le rechine como una cama vieja de tanto usarse, y habrá quien se haya olvidado de cada átomo franquicial y se habrá hundido en un sillón de orejas, como yo, y habrá disfrutado de dos horas de emoción cinéfila. No me vuelvo loco. TOUT EST PARDONNÉ, la ópera prima de la joven cineasta francesa, es una obra tan cándida como afilada; y no sale mal parada por beber en muchas fuentes ni pelear en muchas esquinas. En lugar de dispersión, el film es increíblemente compacto y sus cimientos apenas se resienten, y eso que contiene un par de hachazos espacio-temporales que a cualquier otro lo habrían fulminado. Se nos habla de un padre drogadicto, bohemio, sin interés aparente por la vida real; sin embargo, también se nos muestra la pasión que siente por su hija, de apenas cuatro años. Él es francés, y su mujer, austríaca; todo comienza en Viena, a donde se han mudado, pero volverán a París, donde él promete reformarse y comenzar de nuevo. Esto no sólo será una falacia, sino que su caída en las drogas se redoblará, hasta desembocar en un trágico suceso y la consecuente separación. Ella se va con la niña a Caracas; de él ya no sabremos nada. Han pasado 11 años, la niña es una adolescente de 17 y vive con su madre, la pareja de ésta y sus dos hijos; de nuevo en París, donde su tía la pondrá en contacto con un padre aparentemente rehabilitado y del que ella apenas conserva un leve recuerdo. Casi como si de dos películas diferentes se tratara, TOUT EST PARDONNÉ es capaz de enfrentar en un mismo contexto diversos estados de ánimo; así, toda la oscuridad "garreliana" del primer segmento va suavizando sus contornos hasta desembocar en un bellísimo epílogo, la reconciliación definitiva a través de la comprensión. La hija descubre a su padre, un hombre sensible, necesitado de afecto, perdido durante demasiados años en sus propias turbiedades, sin tiempo, quizá, para encontrar de una vez a esa otra parte de sí mismo, su hija. E insisto, dejen a un lado sus juicios de valor y dispónganse a ver una película realmente emocionante. Cine de verdad que además augura a un futuro talento al que sólo le queda (qué cosas) encontrar su propio tono autoral.
Saludos perdonados.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!