jueves, 15 de septiembre de 2011

Proust mon amour



Se ha fantaseado mucho (dejando aparte el experimento de Raúl Ruiz) con la posibilidad de trasladar a Proust al cine. Me parece imposible. Se puede "adaptar" a Proust, nunca trasladar, que sería algo único en la historia del cine, y además algo realmente insoportable (¿una película con el tempo narrativo de una novela?... francamente ¿para qué?). Mejor lean novelas y vean cine, así, por separado. Y, de vez en cuando, nos topamos con maravillas que revelan un sitio único en el que literatura y cine van de la mano, que es otra cosa. Además, THE LONG DAY CLOSES incide reiterativamente en el placer del recuerdo (también en la tortura del mismo), y no intenta de ninguna manera plasmar (recrear) el Liverpool de mediados de los cincuenta, en el que vivió su director; en lugar de eso, Davies se recrea (que es otro verbo) en la magia, la magia de la niñez, de cómo los acontecimientos transcurren ante ese pequeño niño sin respuestas en un mundo de adultos golpeados por una guerra que él no recuerda. Pero también la magia del cine, ese hacedor de sueños, ese cañón de luz en mitad de la oscuridad, y ese niño que descubre su pasión, lo único que de verdad le emociona. El film comienza con una secuencia magistral: un callejón sucio, húmedo. Ratas, lluvia. Una canción se va adivinando detrás de alguna esquina mientras la cámara avanza muy lentamente, casi de manera imperceptible. Al poco, ya sabemos que se trata de otro momento en el tiempo que nada tiene que ver con la actualidad, estamos en mitad de los recuerdos de Bud, y él nos guiará a lo largo de una hora y media de fascinación por su vida, los maltratos psicológicos en una escuela represora, el placer y la ternura de los abrazos maternos, siempre femeninos, la incapacidad para ingresar en ese "mundo de chicos", donde hay que ser violento, soez. Y el cine, siempre presente como ese país de las maravillas a cuatro chelines. Davies no reverbera acerca de su homosexualidad, es demasiado sensible e inteligente para ello, prefiere regalarnos una de las mejores películas de todos los tiempos, que es otro tipo de exorcismo mucho más saludable. Véanla, búsquenla, es una obra maestra absoluta.
Saludos que se acaban.

4 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Y no es una canción cualquiera, es el Stardust de Nat King Cole.

Coincido, obra maestra absoluta. Un canto a la madalena de Proust.
Yo convencí a un lector de que la viera con el post que le dediqué a esta peli. Espero que el tuyo evangelice mejor que el mío. Eso sí, el lector que me hizo caso volvió para agradecérmelo.

Sometimes I wonder why I spend
The lonely night writing all those posts...

dvd dijo...

Es que esta película... es mu buena. Qué coño...

El Chus dijo...

Joder, muchas gracias por la recomendación. Precisamente Proust es uno de mis autores de cabecera, y precisamente últimamente lo tengo muy al día en convcersaciones y comentarios en mi página...
¡¡Un saludazo!! La veo en cuanto pueda.

dvd dijo...

Es una maravilla de película, que se entiende mucho mejor echándole un vistazo a la biografía de su director...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!