miércoles, 18 de marzo de 2015

On fire...



Me acordé el otro día de que aún tenía pendiente de ver SEXY BEAST, primer largometraje de ese director que, por motivos más o menos inconfensables, tanto me interesa y que es Jonathan Glazer. Vistos sus tres films en el arco de estos quince años que los contemplan, además de esa escasa proliferación, lo que me llama la atención es que al director británico, responsable de la sorprendente REENCARNACIÓN y de la magistral UNDER THE SKIN, y sólo con estos tres trabajos, ya se le puede rastrear convenientemente y en base a una serie de constantes que, al menos hasta ahora, no está dispuesto a abandonar.
SEXY BEAST es, si se quiere, más jocosa y desperezada, como un primer Tarantino más callado y reflexivo, con su mismo gusto por los personajes limítrofes y presentados "a la carta", pero con un trasfondo aún más enigmático y, de hecho, incluso esotérico. Poco original en cuanto a su trama, puesto que ésta es la enésima recreación del delincuente retirado y redimido, dispuesto a ser un ciudadano respetable... O algo así, pues el personaje interpretado por Ray Winstone parece ocultar siempre retazos de su oscuro pasado; comparte una apartada villa almeriense con su mujer (ex-actriz porno) y las visitas de su único par de amigos. Se cuece al sol, se emborracha y mantiene su tranquilidad bajo capas de monotonía un poco tontorrona... Hasta que recibe la única visita que no le hubiese gustado tener y su pequeño mundo se viene abajo en cuestión de horas.
Efectivamente, estoy de acuerdo en que casi todo el mérito del film se lo lleva un impresionante Ben Kingsley, un psicópata mortífero y mordaz, acuciado por su incapacidad emocional y cuya obstinación oscila de la carcajada surreal a sugerir un terror primario e incontrolable. Y como los grandes directores, Glazer desprende de su ópera prima cualquier explicación sucinta del meollo realmente importante, que es el torbellino de sensaciones que, además de no relajar la presión retinal, se nutre de un juego de opuestos: Sol y frío; España e Inglaterra; moralidad y arrogancia; reflexión y arrebato. El bien y el mal, es cierto, aunque aquí no haya nadie totalmente bueno... ni malo.
Recupérenla si no la han visto.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!