Que porque llegaron personajes ajenos, hideputas embutidos en oscuridad infiel, y a violar a nuestras hijas, arrasar nuestros campos, cagarse en nuestras costumbres. Se abre la puerta a los caballeros que han de librarnos destas acechanzas, y a la santísima Señora del Rosario nos encomendamos para solventar este ingrato trance que amenaza la virtud de nuestras personas de bien. Contra los demonios, dios nos guarde.
Imagino a los pecholatas de siempre, alérgicos al análisis, portando la cruz en llamas por las calles de Torre Pacheco. Deberíamos despertar, porque no importa esto, aquello o lo de más allá; la geoestrategia políica está echada, al no dar los números, tan tozudos, de la democracia. Cualquier cosa valdrá, hoy y mañana y pasado; en Murcia, Valladolid o Tenerife, las bombas de odio ya están esparcidas, y eso nos convierte en un país que abraza el odio, que es la misma vergüenza de otros tiempos, que ya sabemos cuáles fueron, y que fueron muchos. A mí este país me da ganas de vomitar, y no me reconozco en ese odio asesino, irracional, de pezuña quemada.
Mathieu Kassovitz lo describió certeramente en esa maravilla intemporal, que nos sirve para ilustrar cada maldita década desde hace tres, que es LA HAINE. Una película que no se detiene, a todo tren, en esa caída libre narrada en la apertura "mientras todo va bien". Que se atreve a decirnos que un negro, un árabe y un judío pueden formar una improbable alianza, alimentada más que nada por esa cotidianidad repleta de detenciones, agresiones, amenazas; un día a día contenido en un solo día, en el que el azar, o el deseo de escapar, les lleva a Oz, que es París, donde los policías son amables y no les pegan, donde les ofrecen champagne gratis en una galería de arte, pero donde sus modos no son aceptados ("son sus costumbres"), porque al fin y al cabo no son más que escoria, un cuerpo extraño trasplantado quién sabe cómo desde el sumidero hasta el jardín que, sin embargo, necesita de ese "abono" para florecer. Película brutal, pero también divertida, con una sofisticación formal impropia de un tipo de apenas 27 años, y que luego no ha vuelto a alcanzar estos niveles de excelencia. LA HAINE habla de gente apuntándose con armas, pegándose, gritándose mucho, perdiendo sus últimos retazos de humanidad, mientras los pacientes "tejedores de conciencia" esperan para repartirse los pedazos de lo que quede. "Dejad que se maten, como siempre han hecho", parecen decir entre dientes, mientras se limpian el culo con un papel donde dice "democracia".
Si creemos que alguien tiene razón en esta vergüenza que estamos viviendo, yo dimito de todo lo que ni siquiera me corresponda...
Saludos.
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