sábado, 5 de julio de 2025

¡Buenos días, Capitán!


 

Muy interesante la serie en Max titulada Music Box, donde, en clave documental, se da cuenta de algunos rincones poco iluminados de la música contemporánea. Películas de hora y media, en la que el protagonismo recae enteramente en sus protagonistas, sin inventar nada nuevo pero dejando entrever el cariño subyacente, derivando en sorprendentes resultados. Yo algo había oído acerca de un género que, sinceramente, ni siquiera me parece tal, sino un extravagante pegamento según el cual comprender a una serie de artistas que, a finales de los años setenta y sin pretenderlo, marcaron la deriva de generaciones posteriores, influyendo decisivamente en una forma de desmarcarse con elegancia del mainstream, o haciendo de puente improvisado entre el fin de los músicos de sesión como protagonistas absolutos y el inicio de la era MTV. Así, YACHT ROCK: A DOCKUMENTARY nos cuenta cómo un grupo de músicos blancos de jazz de la West Coast comenzaron a encontrar un espacio hacia un pop cálido, sofisticado, y que copó las listas de ventas durante al menos un lustro. Ilustres nombres nos guían a través de este viaje cargado de nostalgia, anécdotas y caras de extrañeza al descubrir que esa canción que tanto te gustaba tenía un sample de Michael McDonald, Toto, Kenny Loggins o Christopher Cross. Fueron muchos más, multiplicados por esa irresistible combinación de sonidos; músicos de altura, quizá no con la imagen más rompedora, pero capaces de elevar el pop de consumo inmediato hasta un nivel verdaderamente majestuoso. Y más allá de las bromas (aquel bizarro programa pre YouTube que usaba la sátira como himenaje), la exageración de las estrambóticas tribute-bands o la rendida admiración de músicos que por entonces ni siquiera habían nacido, ese nombre a regañadientes, pero que todo lo cubre ¿Era Steely Dan el padrino involuntario del Yacht Rock?... Yo no le preguntaría a Donald Fagen, por si acaso...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!