miércoles, 12 de junio de 2024

Sobre la producción de orégano ultramontano coreano


 

No me parece tan sorprendente toparse con lo que no es, creyendo que uno va paladear una nueva contribución al avance del thriller como verdadero género del siglo XXI. Y sí, lo digo por los coreanos, que que se han encargado de dejar en pañales a un Hollywood que seguía empeñado en reiterar los postulados de los grandes renovadores de los setenta. Corea lleva apostando un par de décadas por un modelo lábil, abierto a susurrantes meandros manualísticos, dejando siempre la posibilidad de mixturas imposibles, como el thriller social, el thriller terrorífico, el thriller romántico o el thriller cómico. Desgraciadamente, como decía al principio, la sobresaturación habitual de "lo que funciona", nos ha llevado hasta productos sorprendentemente fallidos, incluso con una factura técnica envidiable, que eso pocas veces cambia. Incluso con un título que parece un mal ripio, CONFESSION OF MURDER engancha por un arranque superlativo, con una persecución virtuosamente rodada, pero rápidamente se convierte en una película-mecanismo, que no busca la originalidad, sino la pirueta imposible, trufando sus larguísimas dos horas con giros copernicanos que ponen a prueba nuestra capacidad de credulidad. Por no alargarnos mucho, y tampoco querer destriparles la inacabable sorpresa sobre la que se basa su inmaduro guion, sólo les diré que tiene lo peor de CARTER y THE VILLAINESS, ambas del mismo director, y las tres prácticamente trillizas en su corpus. Ésta es más aburrida y recargada, y sólo la recomendaría si son babosos del porrazo porque sí, poco más...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!